Capítulo 878:

Sin embargo, Leonel, siendo un hombre astuto, comprendió inmediatamente la intención de Marcus. Como trabajaba en el Fowler había mucho tiempo Grupo Ryan, una posibilidad de que Melissa podría volver algún día.

Indagando más, Leonel cuestionó: «Si tu preocupación por Melissa es genuina, ¿por qué abstenerte de buscarla activamente?».

Acercándose a la ventana, Marcus la descorrió y cogió un cigarrillo, encendiéndolo. Tras consumir la mitad, pronunció en tono apagado: «No la buscaré activamente».

Habían pasado numerosos días desde aquella fatídica noche.

El capítulo entre Marcus y Melissa permanecía en aquel apartamento, al igual que el anillo de diamantes y el recibo.

Una multitud de empleados del Grupo Fowler esperaba las obligaciones financieras de Marcus.

El tiempo apremiaba, y Marcus no podía permitirse más demoras.

Reconociendo que sus justificaciones eran meros pretextos, él mismo sabía que la verdadera razón residía en que era consciente del genuino deseo de Melissa de marcharse y de su profunda decepción con él. Ofrecerle tranquilidad se convirtió ahora en su única contribución.

Inhalando profundamente su cigarrillo, Marcus parecía más delgado y curtido. Su perfil se parecía al de un joven Waylen.

Leonel recordaba vagamente que Marcus tenía veintiocho años.

Con voz ronca, Leonel le preguntó: «¿Qué te impulsa a fumar tanto ahora?».

Marcus respondió con indiferencia: «Tengo el plato lleno de asuntos de negocios».

Apagó el cigarrillo y decidió volver a ver cómo estaban Alexis y Daniel.

Por la noche, Alexis invitó a Marcus a cenar con ellos.

Leonel había preparado chuletas de lámpara, un término que Marcus prefería no oír.

Marcus declinó cortésmente la invitación.

En el viaje de vuelta a la residencia Fowler, Marcus pasó por delante del apartamento.

El coche permaneció estacionado al borde de la carretera, pero él se entretuvo en él durante media hora, absteniéndose finalmente de subir.

Al optar por la residencia Fowler, Marcus la encontró llena de alegría, celebrando la llegada del pequeño Daniel.

Elva se había unido antes a Rena en la compra de abundantes artículos para el bebé, y ahora los organizaba meticulosamente. Rena tenía una expresión serena y Elva estaba acurrucada a su lado.

Al ver que Marcus regresaba, Elva se acercó alegremente, enlazando su brazo con el de él.

«Marcus, has conocido a Daniel, ¿verdad?

Se parece muchísimo a Leonel».

Una leve sonrisa adornó las facciones de Marco, provocando que el semblante de Elva se ensombreciera. «Rara vez te ríes últimamente, Marcus».

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