Capítulo 838:

«Hace frío ahí fuera».

Exudaba el aire de un marido afectuoso.

Alexis asintió y alcanzó a Marcus, que esperaba fuera del salón. Bajaron juntos las escaleras y llegaron al aparcamiento, donde Marcus se detuvo y se volvió hacia ella. «Estoy bien, Alexis».

Alexis se acercó, ajustando el cuello de Marcus.

«Es difícil creer que estés bien. No has sonreído en toda la noche.

¿Estás seguro de que Melissa no se preocupa por ti? A mí me pareció directa, no del tipo manipulador».

Yendo al meollo de la cuestión, preguntó: «¿Has pensado en darle otra oportunidad?».

La respuesta de Marcus estaba teñida de sequedad. «¿Sylvia te ha dicho algo?

«Sylvia sólo está preocupada. Le preocupaba cómo habías llegado».

Suspirando, añadió: «No insistas en los comentarios de Leonel. Se preocupa por ti, sólo que a su manera».

La suave noche pareció tranquilizar el espíritu de Marcus.

Miró a su hermana y luego la abrazó suavemente. «Lo entiendo», murmuró.

Alexis le devolvió el gesto, con voz reconfortante. «Conduce con cuidado. Puede que mamá y papá no digan mucho, pero también están preocupados por ti».

Ayer, Waylen había ido al aeropuerto a reunirse con la joven pareja, pero sólo encontró a Marcus solo.

Preocupada, Waylen preguntó repetidamente: «¿Dónde está Melissa?».

Bajo el peso de la situación, Sylvia tuvo que admitir: «El señor Fowler terminó las cosas con ella».

Waylen, turbado, pasó una noche inquieta, volviéndose hacia Rena desconcertado. «Nuestro hijo es guapo, viene de buena familia. ¿Por qué le resulta tan difícil encontrar esposa?».

Waylen, tras una larga pausa, finalmente musitó una pregunta, cargada de preocupación: «¿No será que Marcus tiene algunos… problemas íntimos?».

La respuesta de Rena fue una mezcla de tristeza y diversión.

Cuando Alexis abordó suavemente el tema, Marcus contestó en tono llano: «Estoy planeando casarme pronto».

Alexis suspiró, observándolo entrar en su coche en la oscuridad. Sus movimientos eran a la vez dignos y cautivadores.

De vuelta, Marcus iba inusualmente despacio.

Con una mano en el volante y la otra apoyada en la barbilla, su expresión era de distanciamiento.

Ansiaba avanzar rápidamente.

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