Capítulo 833:

Melissa se acercó a la recepción susurrando: «Me gustaría ver al señor Fowler».

Por supuesto, la recepcionista estaba al tanto de los rumores que decían que Marcus despreciaba a Melissa. Reacia a permitir que Melissa subiera, la recepcionista sugirió: «Podría intentar ponerse en contacto con el Sr. Fowler en su línea privada», esbozando una sonrisa vacilante.

A pesar de los intentos de Melissa por contactar con Marcus por teléfono, éste seguía sin responder.

La recepcionista comprendió la situación y susurró: «Me temo que el señor Fowler prefiere la soledad. Si está decidida a reunirse con él, espere aquí.

No suele irse a comer, y terminará de trabajar por la tarde».

Melissa expresó su gratitud a la recepcionista en voz baja.

Sentada en un rincón, agarrando la bolsa de comida para llevar, la mirada de Melissa permanecía fija en la entrada del ascensor.

Temiendo perder a Marcus, la ansiedad se apoderó de Melissa.

Se saltó el almuerzo y esperó pacientemente hasta las seis de la tarde. Incluso después de que la recepcionista se hubiera marchado por hoy, se mantuvo firme en su asiento.

En el Grupo Fowler, los trabajadores hacían incansablemente horas extras cada día entre los miles de empleados.

El vestíbulo del primer piso permaneció iluminado durante toda la noche.

En el despacho del último piso del Grupo Fowler, Marcus concluyó la última tarea del día. Asegurándose el capuchón del bolígrafo, comentó despreocupadamente: «Con esto terminamos por hoy. Es hora de dar por terminado el día».

Sylvia le entregó a Marcus su abrigo.

Optó por no ponérselo y se lo colgó del brazo, con la intención de visitar después a Alexis y Leonel. Alexis estaba embarazada, y su madre le había dejado unos tónicos en el maletero aquella mañana, indicándole que se los entregara a su hermana después del trabajo.

En cuanto a Melissa, la familia de Marcus probablemente había recibido la noticia de antemano, por lo que no preguntó a Marcus.

Sin embargo, el padre de Marcus, Waylen, estaba sombrío.

Contemplar a Melissa tensó la expresión de Marcus. Evitando pensar más de la cuenta, cogió la llave del coche y se dispuso a bajar.

Sylvia intervino.

«Señor Fowler, Melissa lleva todo el día esperándole pacientemente abajo».

El cuerpo de Marcus se tensó sutilmente. Tras una prolongada pausa, se volvió, inquiriendo con tono frío: «¿Qué acabas de decir?».

Armándose de valor, Sylvia reiteró.

Tras una larga mirada a Sylvia, Marcus salió del despacho en silencio.

Sylvia le siguió.

El corazón de Sylvia se aceleró al entrar en el ascensor. Ya no era tan joven y le costaba soportar la tensión. Reacia a presenciar el desarrollo de la escena, la preocupación se apoderó de ella.

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