La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 803
Capítulo 803:
Señaló otro set y comentó: «Vamos con éste».
Marcus cogió una muestra y se la aplicó delicadamente en la mano. Luego, con tono significativo, comentó: «Tienes la piel normal. Este set está diseñado para pieles secas. Si lo usas, podrían salirte granos. Podría afectar a tu cutis y, bueno, al tacto de mis manos».
La mención del impacto en el tacto de sus manos hizo que el rostro de Melissa se sonrojara una vez más.
Marcus lanzó una mirada a Melissa antes de dirigirse a la dependienta.
Su atractivo era innegable. Al entablar conversación con la dependienta, irradiaba un aire exigente, como si todo el mostrador estuviera a su exclusivo servicio.
Las dependientas, cautivadas, le miran con ojos brillantes.
Una de ellas se aventuró: «Señor, ¿está comprando productos para el cuidado de la piel de su hermana pequeña? Parece muy joven».
Marcus declaró en tono llano: «Es mi mujer. Nos casamos hace poco».
Las vendedoras se quedaron atónitas.
Les pilló desprevenidas.
Melissa, con las mejillas sonrojadas, no se atrevió a desafiar a Marcus. Él, por su parte, sacó con confianza su tarjeta platino e indicó: «Paga la cuenta. El número PIN es idéntico a la contraseña de la cerradura del apartamento».
En voz baja, Melissa preguntó: «¿Por qué no pagas tú la cuenta?».
«¿No te la pagué yo?».
De mala gana, Melissa cogió la tarjeta y pagó la cuenta. Al volver, le presentó el recibo a Marcus, como si se lo ofreciera a un tutor.
Complacido, Marcus le dio una palmada cariñosa en la cabeza, elogiándola: «Bien hecho».
La vendedora permaneció en estado de shock.
Melissa albergaba un sentimiento de vergüenza.
Mientras Marcus llevaba los artículos y la guiaba a otra tienda, ella susurró de repente: «¿Puedes mostrarme más respeto cuando salgamos en público en el futuro?».
«¿Te he ofendido?» preguntó Marcus con indiferencia.
Melissa, inquieta, apresuró el paso para alcanzarlo.
Levantó la cabeza y dijo con seriedad: «Te burlas de mí constantemente, incluso en público. Da la impresión de que soy tu mascota o algo así».
Marcus esbozó una leve sonrisa.
Por suerte, ella no era tonta.
Preguntó con seriedad: «Pero me gusta mucho burlarme de ti. ¿Cómo debo proceder?»
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