La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 705
Capítulo 705:
«Lo estás pensando demasiado. Probablemente el señor Fowler no la vea más que como un ama de llaves. Sabes que un ama de llaves en la residencia de los Fowler gana no menos de cincuenta mil al mes, ¿verdad?
Melissa se está vendiendo poco».
Las mujeres se rieron.
Melissa, aunque picada por sus palabras, entró sin inmutarse.
La oficina enmudeció a su entrada, las mujeres forzaron sonrisas y volvieron a su trabajo.
Acomodándose en su escritorio, Melissa guardó la caja de terciopelo en su cajón, cerrándolo suavemente.
Siguió con sus tareas, impasible, como había hecho tantas veces ante semejante crueldad. Comprendía la diferencia entre la malicia de aquellas mujeres y el amor duro de Marcus.
Pero nunca pensó en vengarse o en cambiar las tornas.
La realidad no le permitía tales lujos.
Su objetivo era simple, sobrevivir y ahorrar dinero, después de haber soportado pruebas mucho más duras.
Sin embargo, sus ojos desprendían una pizca de calidez. No era de piedra.
Naturalmente, se sintió herida.
En la oficina reinaba un silencio inquietante.
Las mujeres, aún recelosas de que Melissa pudiera denunciarlas a Marcus, se acercaron a ella con fingida amabilidad, excusando sus palabras como inofensivos cotilleos.
Melissa respondió con una leve sonrisa, lo que tranquilizó a las secretarias, que no cambiaron su actitud desdeñosa.
Creían que no se había ganado realmente a Marcus, como demostraba el hecho de que tolerara que siguieran acosándola.
En ese momento, la puerta del despacho se abrió de golpe.
Marcus estaba allí, con voz firme. «Melissa, tengo una videoconferencia en mi apartamento. Recoge tus cosas y ven conmigo».
Melissa levantó la cabeza. «¿Nos vamos ya?»
Sus ojos aún mostraban rastros de lágrimas, dándole la apariencia de un conejo desamparado.
Marcus prefirió ignorar su pregunta y dirigirse a las otras tres secretarias. Ellas se levantaron de inmediato y lo saludaron con un respetuoso «Sr. Fowler».
Marcus no respondió.
Se acercó a la mesa de Melissa, dio un ligero golpecito y dijo: «Sí, ahora».
En un gesto aparentemente tardío, arrojó la chaqueta de su traje hacia Melissa y se marchó.
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