Capítulo 679:

Recordó su profundo amor por Leonel y la forma desordenada en que todo concluyó. Se marchó en silencio. En realidad, ella sí le brindó una oportunidad, pero él optó por ocultar la verdad.

Más de una vez, ella le había transmitido su naturaleza perfeccionista.

La escena que presenció aquella mañana en el exterior del hospital no sólo quedó grabada en su memoria para siempre, sino que le resultó intolerable.

El semblante de Alexis se iluminó ligeramente mientras devolvía delicadamente la caja a su posición original. A continuación, oyó unos pasos que se acercaban: Leonel estaba detrás de ella.

Se fijó en la maleta y en su atuendo adecuado para partir.

De repente, su tono se volvió frío.

«¿Adónde te diriges?

¿Te marcharás una vez más sin decir una palabra? ¿Cuántos años más me dejarás esta vez? Alexis, ahora tienes marido e hijo.

¿Adónde vas?»

En el momento en que Alexis se dio la vuelta, él la agarró por la cintura, apretándola firmemente contra la pared.

El cálido aliento de Leonel le rozó la nuca mientras le preguntaba con voz grave: «¿Adónde te diriges? ¿Buscas a Calvin? ¿Pretendes abandonarnos a Evelyn y a mí?».

Sintiendo un ligero mareo, Alexis contraatacó instintivamente: «No, yo…».

Sin embargo, Leonel no prestó atención a su explicación. Le besó los labios con fuerza, con fervor y descortesía, al tiempo que le levantaba el dobladillo del vestido y se afirmaba sin pudor.

A ninguna mujer le gusta que la obliguen.

Alexis no era una excepción. Además, la noche anterior, él la hizo sentir muy incómoda. Ella se resistió empujándole el hombro, pero eso sólo pareció irritarlo aún más. Levantó los ojos, mostrándose hosco. «¿No me dejas que te toque? Alexis, ahora eres la señora Douglas.

Si yo no puedo tocarte, ¿quién más puede?».

Un segundo beso acompañó un comentario grosero. «Es sólo una semana de recuperación. Ya no puedes soportarlo, ¿eh? ¿Calvin suele satisfacerte como yo? Con él, tú…».

En respuesta, Alexis recurrió a una rápida bofetada en la cara de Leonel.

El guardarropa, que se extendía a lo largo de 4@ metros cuadrados, se sumió en un abrupto silencio, como si todo el espacio se hubiera silenciado, dejando sólo la resonancia de aquella impactante bofetada.

Sin inmutarse por el enrojecimiento de su rostro, la mirada de Leonel permaneció fija en Alexis.

Sus ojos, ahora teñidos de rojo, transmitían una reticencia a seguir dialogando con él.

Tras un prolongado silencio, Alexis lo apartó de un empujón y se dirigió al exterior.

«¡Alexis!»

Leonel le cogió la mano, adoptando un tono más suave. «Hablemos».

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