Capítulo 678:

Además, este caso conllevaba una importante suma de dinero y, si se perdía, podía afectar significativamente a la reputación del bufete, especialmente en circunstancias favorables.

Alexis tomó la decisión de viajar a Heron en persona.

Naturalmente, previó que informar de ello a Leonel por la tarde probablemente provocaría su disgusto.

Dejar a Evelyn con Leonel podría ponerle de mejor humor.

Alexis salió del bufete a las cuatro de la tarde.

Mientras conducía de regreso, Alexis recibió una llamada de su padre, Waylen.

Posiblemente preocupado por su estado de ánimo, preguntó con tono cauteloso: «He oído que vives con Leonel. ¿Por qué no lo has traído a visitarnos a tu madre y a mí?».

Agarrando el volante, Alexis respondió con una sonrisa: «Llevas más de veinte años observándonos. ¿No has visto suficiente?».

«¿Cómo puede ser lo mismo?».

Tras una breve pausa, Alexis declaró: «Tengo que embarcarme en un viaje de negocios durante unos días. Lo discutiremos cuando regrese».

Antes de que Waylen pudiera poner objeciones, terminó la llamada.

Tras la llamada, se sintió un poco abrumada.

El público era consciente de que Leonel y ella se habían reconciliado, pero ignoraban que era únicamente por el bien de Evelyn. La propia Alexis no estaba segura de la longevidad de este matrimonio.

Actualmente, comprender a Leonel era un reto para Alexis.

Aunque estaba dispuesta a vivir en armonía con él, seguía sin saber a dónde les llevaría el futuro.

Progresar gradualmente era su único enfoque.

Cuando Alexis regresó a la mansión, el personal de la casa ya había comenzado a preparar la cena. Al ver a Alexis, el criado le dijo: «Sra. Douglas, por favor, tómese un descanso. La cena estará servida en cuanto regrese el señor Douglas».

Alexis había hecho una reserva para un vuelo que salía a las nueve de la noche.

Ella asintió, contemplando que si Leonel regresaba pronto, podrían compartir una comida juntos.

Entró en el vestidor y sacó una maleta compacta.

Sacó dos conjuntos de ropa y artículos de primera necesidad y los metió ordenadamente en la maleta. Al levantarse, su mirada se posó en una cajita de aspecto familiar que había en un cajón. No pudo resistirse, la cogió y la abrió con cuidado.

Dentro estaba el anillo de diamantes que solía llevar.

Leonel se lo había regalado en sus tiempos más felices.

Aún recordaba la alegría que sentía al adornarse con él.

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