La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 641
Capítulo 641:
Se giró, continuando brevemente su conversación telefónica antes de terminar la llamada.
Leonel salió de su coche, mirando su vehículo roto. «¿Problemas con el coche? Necesitas que te lleve a casa?».
Alexis respondió sin vacilar, su tono uniforme: «Alguien del centro de servicio estará aquí pronto».
Leonel se limitó a asentir.
Leonel parecía dispuesto a marcharse, pero hizo una pausa, con una vacilación en su postura. «Sobre lo de anoche…», empezó tímidamente.
Alexis parecía indiferente. «Olvidemos lo que pasó», dijo.
Él la observó atentamente durante un momento antes de que una sonrisa se dibujara en su rostro.
«Tienes razón. Es mejor que lo olvidemos, sobre todo ahora que tienes a otra persona en tu vida».
Leonel pudo percibir su frío distanciamiento. No nacía del odio; simplemente no quería tener nada que ver con él…
Subió a su auto y se alejó rápidamente, viendo por el espejo retrovisor la figura menguante de Alexis.
Agarró con fuerza el volante y la frustración se hizo evidente en su voz. «Alexis, ¿por qué has vuelto? ¿Qué demonios quería?
Reflexionó sobre los acontecimientos de la noche anterior.
Había sido demasiado fácil, poco característico de Alexis ceder tan fácilmente si realmente no estaba dispuesta, y mucho menos entablar intimidad varias veces.
En un cruce, frenó en seco, ensimismado.
Las palabras de Marcus resonaron en su mente. «Leonel, ¿de verdad crees que mi hermana está interesada en continuar con lo que tengáis ahora?».
Entonces cayó en la cuenta.
Debía de ser el plan de Alexis desde el principio.
El vestido seductor, su presencia solitaria, todo orquestado sabiendo que Leonel no se resistiría a sus encantos.
La luz del sol entraba a raudales en el coche, pero Leonel no parecía afectado, sus pensamientos estaban en otra parte.
Encendió un cigarrillo y se lo puso en los labios, su mente vagó hacia Evelyn, su hija de dos años y medio, frágil y delgada, cuya ternura ocultaba su falta de fuerza.
Un sentimiento de pesadez se apoderó de su corazón.
Evelyn estaba enferma.
Esa tenía que ser la razón de las acciones de Alexis. Buscaba otro hijo de él, tal vez como esperanza o solución para su hija enferma.
Leonel apagó el cigarrillo, frotándose la cara con fuerza. Ansiaba confrontar a Alexis sobre la salud de Evelyn, pero se contuvo.
En su lugar, hizo otra llamada.
«Necesito una investigación exhaustiva sobre alguien. Sí, mi hija, Evelyn Fowler. Reúne toda su información de Braseovell, especialmente registros hospitalarios y detalles médicos. Pagaré lo que pida.
Pero que sea rápido».
Tras la llamada, se quedó inmóvil, sumido en sus pensamientos, antes de marcharse.
El servicio que empleaba era costoso, pero valía la pena.
Leonel gastó veinte millones de dólares, pero recibió la información por la tarde.
La sangre de Evelyn era portadora de un trastorno regenerativo que requería un trasplante de células madre compatibles. La solución óptima era un trasplante con sangre de cordón umbilical.
En consecuencia, Leonel fue el compañero elegido por Alexis para este fin.
Dado que las mayores probabilidades de éxito procedían de la sangre del cordón umbilical de un donante que compartiera los mismos padres biológicos que Evelyn, la participación de Leonel era crucial.
Al anochecer, el crepúsculo proyectaba un tono dorado sobre el dormitorio.
Leonel se quedó pensativo y los documentos se le escaparon y cayeron a la alfombra.
Volvió a concentrarse, los recogió y los revisó varias veces.
Consultó a un especialista que conocía. El diagnóstico coincidía con los resultados de la investigación.
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