Capítulo 601:

La luz amarilla del dormitorio proyectaba un cálido resplandor que resaltaba su rostro ligeramente sonrojado. Parecía tan inocente como adorable en su sueño.

Edwin la había observado durante un rato antes de capturar este momento.

Cuando la envió, se encontró mirando la foto, sumido en sus pensamientos.

Recordaba a Vanessa cuestionando su elección de Laura en lugar de ella, dadas sus aparentemente mejores perspectivas.

Pero para Edwin, Laura no necesitaba justificación.

El amor no necesitaba razones.

Mientras tanto, después de la partida de Edwin y Laura, Leonel comenzó a ordenar la casa.

A pesar de ser un director general multimillonario, sus habilidades domésticas eran impecables.

Alexis mordisqueó una manzana. «Leonel, ¿deberíamos buscar a alguien que nos ayude con las tareas domésticas? Siempre estás muy ocupado. ¿No te cansarás de tanto barrer y cocinar?».

«¿Te preocupas por mí?» preguntó Leonel, con una sonrisa en el rostro.

Alexis, balanceando sus largas piernas, tarareó vagamente. Luego, Leonel añadió: «Sabes, a veces, cuando estoy desbordado de trabajo en la empresa, hacer las tareas domésticas me parece realmente un descanso.»

A Alexis no le gustaban las tareas domésticas.

Su forma de relajarse solía ser tomando una copa. Se dio cuenta de que habían pasado años desde su última visita a un bar. Estar con Leonel la había cambiado en cierto modo.

Observando a Leonel, Alexis parecía ensimismada.

Leonel, percibiendo su estado de ánimo, comentó: «No puedes ir a los bares, Alexis.

Ahora tienes novio».

«Sólo necesito relajarme».

«No. Nada de bares para ti».

Alexis rió entre dientes. «¿Qué, piensas tenerme atada o algo así?».

La respuesta de Leonel fue lenta pero juguetona. «Si ese es el juego en el que estás metido, me apunto».

Alexis no podía creer su atrevimiento y se burló: «Ni en tus sueños».

Justo cuando Leonel estaba a punto de responder, su teléfono interrumpió. Era una llamada desconocida.

La voz al otro lado era directa. «¿Es usted el Sr. Leonel Douglas?

Lamento informarle de que su padre ha muerto en prisión».

La palabra «ha muerto» resonó en la mente de Leonel.

Se quedó momentáneamente sin palabras.

Quería negar que aquel hombre fuera su padre, pero guardó silencio.

¿Qué sentido tenía? El hombre ya estaba muerto.

Alexis escuchó parte de la conversación.

Palmeó suavemente el hombro de Leonel, sugiriendo en voz baja: «Deberías ir a ocuparte de esto. Será tu última oportunidad de verlo».

Leonel terminó la llamada, el sonido resonó en la silenciosa habitación.

Miró a Alexis, sus ojos reflejaban una pena silenciosa. En su interior, luchaba con una compleja mezcla de emociones. La noticia de la muerte de su padre le había golpeado inesperadamente, dejándole perdido en un mar de sentimientos contradictorios.

Leonel albergaba una sensación de alivio, creyendo que era el resultado del propio karma de Kenneth.

Con su muerte, Leonel también se dio cuenta de que estaba solo en el mundo, sin parientes consanguíneos.

El tiempo pareció alargarse antes de que Leonel encontrara por fin la voz.

«De acuerdo», susurró.

Alexis abrió la boca para hablar, pero Leonel le cogió suavemente la mano antes de que pudiera formular una pregunta. «Alexis, ¿puedes venir conmigo?», preguntó con voz suave como un murmullo.

No se trataba de despedirse definitivamente de Kenneth juntos ni nada por el estilo.

Leonel simplemente sabía que necesitaba a Alexis a su lado más que nunca.

Alexis asintió, con los ojos llenos de comprensión. «De acuerdo, iré contigo».

Tendrían que viajar a otra ciudad para ver a Kenneth por última vez, lo que les llevaría unos trescientos kilómetros desde donde se encontraba Leonel.

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