La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 597
Capítulo 597:
Aunque Alexis y Leonel no habían peleado, una sensación de descontento persistía entre ellos.
Después de un rato, Alexis, sintiéndose más tranquilo, anunció: «Pasaré un rato en el estudio».
Justo cuando empezaba a alejarse, Leonel la agarró rápidamente de la muñeca.
Su voz era suave pero firme cuando la llamó por su nombre: «Alexis». Acariciándole suavemente la mano, Alexis le tranquilizó: «Mantengamos la calma. No quiero pelear contigo, y nunca me he planteado dejarte huir».
Sus palabras aliviaron su tensión.
Sin embargo, no pudo evitar añadir en voz baja: «Por favor, no fumes».
Alexis se congeló momentáneamente. La mención del tabaco le trajo a la mente la triste realidad de que tal vez nunca tendrían un hijo. A ella, fumar le parecía intrascendente ahora.
Pero se contuvo, no quería herir los sentimientos de Leonel y prefirió no expresarlos.
Con el corazón encogido, entró en el estudio, cerró la puerta y se apoyó en ella.
El calor que habían compartido la noche anterior se sentía como un recuerdo lejano, dejándola con una sensación de pérdida que sólo ella podía percibir.
Alexis quería mucho a Leonel.
Su deseo de tener un hijo podría haber sido un sentimiento espontáneo, pero era algo sobre lo que reflexionaría con el tiempo.
Él le había sugerido la adopción, pero a Alexis no le entusiasmaba la idea.
Tendría sobrinas y sobrinos de sus hermanos a los que querer. Adoptar no le parecía necesario.
En el fondo, Alexis sabía que no estaba preparada para tal compromiso.
Su capacidad de amar era limitada, pero su afecto por Leonel era innegable… Era una situación difícil, en la que ambos debían ceder un poco.
Sentada en el sofá, Alexis contemplaba la noche desde la ventana francesa.
En apariencia, lo tenía todo. Tenía un aspecto impresionante y una riqueza fuera del alcance de cualquier persona. Pero lo que muchos no sabían era que, a pesar de ser una Fowler, el camino de Alexis había sido mucho más accidentado que el de sus hermanos Marcus y Elva.
Alexis se miró el vientre plano, con los pensamientos pesados.
Ni siquiera había podido elegir tener un bebé y, aunque no era culpa de Leonel, el sentimiento de tristeza persistía.
Jugó con la idea de encender un cigarrillo; no fumaba, pero le apetecía su aroma. Sin embargo, se resistió. A Leonel no le gustaba y ella estaba dispuesta a transigir por su relación.
Tal vez podrían hablar de tener un hijo más adelante.
En el fondo, Alexis sabía que se mantenía firme en sus principios, pero se sentía inusualmente indulgente con Leonel. No era sólo amor. Le recordaba las palabras de su madre sobre su excepcional vínculo.
Tras pasar unos treinta minutos estudiando, Alexis abrió la puerta.
Leonel seguía allí en el salón, aún sin ducharse, fumando en el sofá.
Su sorpresa al verla era evidente.
No esperaba que saliera tan pronto.
Alexis se acercó, le quitó suavemente el cigarrillo de los labios y le reprendió suavemente: «Me dijiste que no fumara. ¿Por qué fumas?».
Leonel guardó silencio y se limitó a mirarla.
Finalmente, se acercó a ella, enterrando la cara en su pelo, y susurró: «Lo siento. Alexis… lo siento». A Alexis le dolía el corazón por el peso de sus sacrificios por Leonel.
Apoyada en su hombro, con la voz teñida de emoción, finalmente dijo: «Leonel, has capturado mi corazón para toda la vida».
Leonel le acarició suavemente la espalda, diciendo con una sonrisa: «Se siente bien estar pegada a mí, ¿verdad?».
Alexis respondió con una sonrisa.
Todo parecía arreglado, pero ni Alexis ni Leonel volvieron a mencionar el tema del matrimonio. Se contentaban con vivir juntos y disfrutar de su mutua compañía.
De vez en cuando, Edwin y Laura los visitaban.
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