Capítulo 2208:

La veía como su esposa, la mujer que compartía su cama, aunque habían saltado directamente a la paternidad sin los habituales pasos intermedios.

Luis no se demoró más y arrancó el coche para llevar a Elva a casa.

Mientras conducía, ella dijo: «¡Samuel está con mis padres!». Luis asintió y dirigió el coche hacia la casa de los Fowler.

Seguía lloviendo, y el silencio entre el hombre y la mujer en el coche lo hacía sentir especialmente solemne.

Media hora más tarde, el vehículo entró suavemente por las ornamentadas puertas de la finca de los Fowler, rodeó la plaza del patio y finalmente se detuvo en el camino de entrada.

Elva abrió la puerta del coche y salió.

De repente, Luis le cogió la esbelta muñeca y le dijo en voz baja: «Tus padres deben de estar despiertos todavía. Entraré contigo».

Elva se volvió hacia él.

De repente, su corazón empezó a acelerarse y una oleada de emociones desconocidas se apoderó de ella, haciendo que se le llenaran los ojos de lágrimas.

Se apartó de él con cuidado, abrió la puerta del coche y salió.

Luis, rápido de reflejos, fue el primero en salir del coche, preparado con un paraguas para ella.

Estaban a unos 50 metros de la entrada principal y llovía a cántaros.

Uno al lado del otro, se dirigieron hacia la puerta principal, mientras las gotas de lluvia golpeaban el paraguas que él sostenía sobre ellos.

Goteo, goteo, goteo: el sonido nítido y claro, como perlas que caen.

Al entrar en la casa, el agarre de Luis en su mano se tensó de repente.

Sus ojos adquirieron una misteriosa profundidad bajo la suave luz amarilla.

El momento era tan apacible, y él anhelaba tenerla siempre cerca, verla, oír su voz y compartir las sencillas comodidades de la vida.

En ese momento, su anhelo no era de deseo físico, sino de una felicidad profunda, plena y espiritual.

Estos sentimientos no estaban presentes cuando se casó con ella.

En aquel momento, tenía remordimientos en el corazón, no porque siguiera unido a Holley y no pudiera olvidarla, sino porque le costaba aceptar sus propios errores, que finalmente condujeron a la muerte de Holley.

Durante esos años de separación y después de que ella diera a luz a su hijo, sus emociones habían cambiado por completo.

Pero el amor en el corazón de Elva también se había desvanecido.

Luis se disculpó con la mujer que tenía al lado.

El cuerpo de Elva se puso rígido.

Creyendo entender su intención, dijo bruscamente bajo la luz: «¡Primero entremos!».

Luis intentó seguir hablando, pero antes de que pudiera, la voz de Waylen le interrumpió desde dentro, diciendo: «¿Por qué te quedas en la puerta? Tu hijo lleva un rato llorando. ¿Interrumpió tu charla romántica?».

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