Capítulo 2207:

El resto de la cena transcurrió en silencio.

Al final, Luis saldó la cuenta.

Al salir del restaurante, se adentraron en una tarde lluviosa.

Luis cogió el paraguas y se apresuró a acercarse, protegiéndola como un pretendiente que corteja a su amor.

Era indefectiblemente considerado.

Al entrar en el hotel, Elva permanecía seca, mientras que Luis estaba empapado de cintura para arriba.

Parecía no importarle.

Ofreciéndole un pañuelo, Elva dijo suavemente: «Sécate un poco». Luis ignoró el pañuelo, con la mirada fija en ella.

Su voz, áspera por la emoción, rompió el silencio.

«¿Todavía te importo?»

Elva esbozó una débil sonrisa: «Como haría cualquiera». Antes de que pudiera explicarse mejor, Luis tiró de ella y la abrazó con firmeza por la cintura.

Le murmuró al oído, cargado de pena: «Elva, aunque tus sentimientos se hayan desvanecido, los míos no».

Con esas palabras, la besó profundamente.

La intensidad de su húmedo beso la hizo estremecerse, sin saber dónde poner las manos ni cómo reaccionar.

Poco a poco, Luis recuperó la compostura.

Le cogió la mano y entrelazó sus dedos mientras se sentaban en los asientos de cuero.

Se encontró cediendo al momento.

Fuera seguía lloviendo, pero dentro del coche se preparaba otro tipo de tormenta.

Le besó hasta la oreja, con voz ronca.

«Desde que te fuiste, he estado por mi cuenta. Echaba de menos esto… Pero Elva, si no estás lista, paramos aquí».

Elva se negó.

Tras su negativa, Luis se quedó quieto un momento, cerca de su oído, escuchando ambos el sonido de la lluvia en el exterior.

El sonido parecía empapar el alma.

Su cuerpo estaba inusualmente caliente y húmedo, en parte por la lluvia y en parte por su propio calor corporal.

Finalmente, su abrazo se hizo demasiado incómodo y ella dijo: «Luis, deberíamos irnos ya».

La miró con dulzura.

Habían salido a cenar y ella se había maquillado, con un aspecto excepcionalmente encantador.

Elva siempre había sido atractiva.

Las dos jóvenes de la familia Fowler eran conocidas por su belleza: Alexis era más delgada y tenía una gracia etérea, mientras que Elva era más rellenita e irradiaba un brillo encantador.

Sobre todo después de ser madre, poseía un encanto claramente femenino.

En el pasado, la había visto como una princesa mimada porque Elva parecía realmente dulce y delicada, pero ahora, pensaba de otra manera.

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