Capítulo 2070:

A pesar de su envidia de los que le precedieron, no perturbaría la situación actual.

Después de todo, Olivia le había elegido al final, por encima de todos los demás hombres.

Cuando Leyla se disponía a marcharse, Elissa salió de la casa.

A pesar de no estar totalmente recuperada, vino a despedirse de Leyla, entregándole un pequeño juguete.

Cuando se agachó, Leyla le plantó un beso en la mejilla.

Elissa sonrió, con los ojos llenos de lágrimas.

Cuando el trío se marchó, Raphael se quitó el abrigo y se lo puso a Elissa sobre los hombros.

«¿Por qué has salido? Hace viento. ¿Y si te resfrías?», se quejó.

Elissa se inclinó hacia él y ambos entraron juntos en la casa.

Murmuró: «Rafael, no quiero otro bebé».

Rafael la miró de reojo, sorprendido.

Teniendo en cuenta su afición por los niños, había supuesto que estaría dispuesta a tener al menos otro hijo.

Pero Elissa negó con la cabeza.

No le confesó a su marido que no se oponía a la idea de otro bebé, sino al miedo a tener una hija.

Todo parecía perfecto tal y como estaba ahora.

Rafael tenía un hijo y una hija.

Otro niño podría alterar el equilibrio.

Como quería a Olivia, razonó Elissa, podría dedicar más atención a Leyla.

Era su forma de demostrar amor.

Elissa estaba dispuesta a llegar a un acuerdo sobre esta cuestión.

Al contemplar la puesta de sol, sintió una punzada de arrepentimiento.

Sin embargo, ella prefería una vida sencilla y tranquila.

El romance relámpago entre Rafael y Olivia en su juventud no era su aspiración.

Mientras su marido la quisiera, eso era lo único que importaba.

Además, adoraba a Leyla.

De la habitación llegó el sonido del llanto de un bebé.

Era su hijo, Jarvis.

Rafael se levantaba dos veces durante la noche para atender a su hijo, lo calmaba suavemente en sus brazos, para que ella pudiera descansar.

Era un marido cariñoso y un padre devoto.

Por esta razón, Elissa estaba dispuesta a hacer concesiones.

Después de recoger a Leyla, Dylan condujo de vuelta a Evans Garden.

Leyla había echado de menos a Olivia y la abrazó con fuerza, mostrándole uno a uno el contenido de su mochila.

Incluso le contó la historia que había detrás de cada pieza.

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