Capítulo 1976:

Olivia sabía lo que pasaba por la cabeza de Dylan, y eso no hizo más que aumentar su tristeza.

Si de verdad sentía remordimientos, ¿por qué había sido tan despiadado entonces?

Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras los recuerdos del pasado inundaban su mente.

Odiaba llorar, pero tal vez fueran las hormonas u otra cosa; se sintió desbordada por la emoción en un instante.

«¡Por favor, Olivia! ¡Por el amor de Dios!»

Dylan apartó suavemente sus lágrimas con un beso, evitando hacer más para no incomodar a Olivia.

En su momento de máxima vulnerabilidad, a Olivia le tembló la voz al preguntar: «¿Cómo hemos acabado así, Dylan?».

Lo que realmente quería preguntarle era por qué había sido tan cruel con ella y por qué no podía confiar en ella entonces.

Pero le daba vergüenza decirlo en voz alta.

Ya estaban divorciados.

No se habrían vuelto a ver de no ser por este bebé.

Dylan nunca tuvo la intención de herirla tan profundamente.

A Dylan se le encogió el corazón al oír las palabras de Olivia.

Comprendía demasiado bien su dolor, pues él mismo cargaba con el peso de su propio odio hacia sí mismo.

El recuerdo de verla envuelta en el abrazo de Rafael encendió un fuego de celos dentro de él, plantando semillas de duda y sospecha que ahora parecían dolorosamente tontas.

Hacía años que Olivia y él no estaban tan unidos.

Desde el accidente de coche, aunque ya no le evitaba e incluso le permitía a regañadientes vincularse a Leyla, la propia Olivia se mantenía distante hacia él.

Incluso durante las revisiones de su embarazo, se limitó a ofrecerle apoyo ocasional cogiéndole de los brazos, vacilando en cualquier contacto físico por temor a que pudiera inquietarla.

En la tranquilidad de la sala del hospital, sólo estaban ellos dos y su bebé.

Incapaz de contener sus sentimientos por más tiempo, Dylan se inclinó para besar a Olivia primero en la frente y luego en los labios, pillándola desprevenida.

«¡Basta, Dylan!» La voz de Olivia atravesó el aire, cargada de ira.

Volviendo la cara, dejó claro que no era receptiva a las insinuaciones de Dylan, pero él le agarró la barbilla y la guió suavemente para que se encontrara con su mirada.

Bajó la cabeza y volvió a presionar sus labios contra los de ella.

No fue un apasionado beso francés, sino que los labios de Dylan se encontraron con los suyos con un tierno roce.

A pesar de ello, Olivia seguía dudando, su cuerpo temblaba débilmente.

Sin embargo, los deseos de Dylan parecían encenderse.

Deslizó audazmente la mano bajo la sábana, explorando el voluptuoso y suave cuerpo de Olivia.

La sensación de la carne de ella contra las yemas de sus dedos no hizo sino avivar aún más su excitación.

Sin embargo, no se debía únicamente a la lujuria, sino a una respuesta fisiológica.

En realidad, Dylan se había abstenido de la actividad sexual durante más de seis meses.

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