Capítulo 1954:

Si hubiera sabido de antemano que Rafael tenía una ayudante que se parecía a Olivia, si hubiera sido consciente de que Rafael siempre tenía a esa mujer a su lado, no habría aceptado casarse con él ni concebir a su hijo de haber conocido su peculiar acuerdo.

Menuda gilipollez. ¿Quién en su sano juicio aceptaría semejantes condiciones?

Según el contrato, la asistente tenía prohibido casarse o entablar relaciones sentimentales, e incluso se le prohibía relacionarse con otros hombres.

A cambio, Raphael prometió proporcionarle una residencia valorada en veinte millones de dólares y un pago anual de cinco millones de dólares.

En otras palabras, el asistente era como su amante.

Circulaban rumores de que Raphael nunca pasaba la noche en su casa, pero de vez en cuando compartían cenas privadas…

o viajaban juntos.

Francamente, su relación parecía más propia de una pareja romántica.

La ayudante actuó como sustituta de Olivia, permitiendo a Rafael sentir que aún mantenía una relación con ella.

Sólo de pensar en este arreglo, a Elissa le entraban náuseas.

Ella deseaba terminar las cosas con Rafael, pero su boda era inminente.

Peor aún, ahora estaba embarazada de él.

Le resultaba insoportable pensar en Rafael intimando con ella y luego marchándose con su encantadora ayudante al extranjero.

Todo el tiempo, fue dolorosamente consciente de a quién valoraba realmente Rafael.

Por eso le provocó utilizando a Olivia, pero también se despreció a sí misma por caer tan bajo.

De pie ante el espejo, Elissa escrutó su reflejo.

¿Cómo ha podido llegar a ser así? Entonces se fijó en la figura que tenía detrás.

Este hombre era su futuro marido y el padre de su hijo.

Elissa bajó los ojos y murmuró en voz baja: «¿Por qué has vuelto tan pronto? ¿Será porque has encontrado a alguien nuevo y el anterior ya no te importa? Tu nueva novia es joven y gentil, seguramente más de tu agrado. ¿No es así, Sr. Jones?».

Rafael frunció el ceño, con tono defensivo.

«¡Este asunto no tiene nada que ver con Olivia!»

Elissa soltó una mueca teñida de autoburla: «Soy consciente. No tiene nada que ver con ella. No soy tan poco razonable como podrías pensar, Raphael. No desviaría mis frustraciones hacia Olivia por nuestros problemas».

«¿De verdad? Entonces, ¿para qué fue todo eso?» preguntó Raphael bruscamente, con la mirada fija en el reflejo de Elissa en el espejo.

Por un momento, Elissa se quedó pensativa.

En realidad, su arrebato fue un intento desesperado de Raphael por aclarar las cosas: quería que pusiera fin definitivamente a su relación con su ayudante o que cancelara su boda.

El silencio se extendió entre ellos.

Finalmente, Rafael la rompió, con la voz baja.

«Primero salgamos de aquí». Buscó la mano de Elissa, pero ella permaneció inmóvil, con la mente acelerada.

Rafael sabía que ella esperaba una respuesta.

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