La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1947
Capítulo 1947:
Asqueado, tiró la mochila a un lado y volvió a sentarse junto a Dylan.
Tras un momento de silencio, se volvió hacia Dylan y le ofreció: «¿Necesitas cambiarte esa ropa mojada?».
Dylan se limitó a sacudir la cabeza en silencio.
Su aspecto era la menor de sus preocupaciones en aquel momento.
A medida que la noche se hacía más profunda, el viento se calmaba y la lluvia cesaba también.
Cecilia y Laura se apresuraron a venir desde el hotel.
Al llegar, Cecilia se sintió consumida por la culpa por no haber estado con Olivia, pensando que tal vez su presencia podría haber evitado el accidente.
Edwin, cogiéndole la mano, la tranquilizó suavemente: «No es culpa tuya, mamá. Tu presencia en el coche no habría cambiado lo ocurrido. En todo caso, tú también habrías resultado herida».
A pesar de sus palabras, el remordimiento de Cecilia por Olivia persistía.
Laura se limitó a permanecer a su lado, con una presencia tranquila y de apoyo.
Hacia las diez de la noche, recibieron noticias alentadoras del médico.
Gracias a los esfuerzos del equipo de rescate, la pierna de Ryder se había salvado.
Su mujer, abrumada por la gratitud, se abalanzó sobre Dylan, con la voz llena de emoción: «¡Muchas gracias, señor Wright! Sin su ayuda, Ryder seguramente habría perdido la pierna hoy».
Luego susurró tranquilizadora: «El bebé estará bien. La señorita Evans es una buena persona. Dios bendiga su alma y saldrá adelante».
Durante todo este intercambio, Dylan permaneció en silencio, al igual que Edwin.
Normalmente adeptos a las interacciones sociales, ambos hombres se encontraron demasiado preocupados por Olivia como para entablar una conversación.
La tensa espera continuó hasta que las puertas del quirófano volvieron a abrirse y el médico salió con la mascarilla en la mano.
Se acercó a Dylan con expresión amable.
«El bebé está mostrando una notable resistencia. Por ahora está estable, pero tendremos que mantenerla bajo estrecha observación. Recomiendo una estancia hospitalaria de al menos un mes para minimizar cualquier riesgo tanto para la madre como para el bebé.»
Las cautelosas palabras del médico sirvieron para recordar la gravedad de la situación.
Dylan se quedó sin habla, totalmente aturdido por sus palabras.
A su lado, Cecilia y Laura estaban igualmente sorprendidas.
Un pesado silencio se apoderó de ellos, sólo roto por sus repentinos sollozos de alivio.
«¡Gracias a Dios! Está bien. Y el bebé está a salvo!», exclamaron juntos.
En ese momento, la esposa de Ryder se adelantó para felicitarle, secándose discretamente las lágrimas.
Ryder le había hablado de la valentía de Olivia, de cómo se había jugado la vida para ayudarle.
Conmovido por ello, se había comprometido a hacer todo lo posible por la familia Evans, animando incluso a su esposa a prestarles apoyo.
Recuperando el aplomo, la esposa de Ryder se dirigió rápidamente a ellos: «Deben de estar todos agotados y hambrientos después de tan larga prueba. Déjenme traer algo de comida, especialmente algo nutritivo para la señorita Evans».
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