La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1946
Capítulo 1946:
Intentó tranquilizarla diciéndole que podrían intentar tener otro hijo en el futuro, pero las palabras se le atragantaron en la garganta al pensar en el niño que podrían perder.
Al fin y al cabo, era de su propia sangre.
El dolor era tan abrumador que Olivia parecía casi ajena a la realidad.
Mirando a Dylan a los ojos, no podía discernir si era un truco de su mente o la realidad.
Le costaba recordar si era de día o de noche.
Los recuerdos de su vida con Dylan la inundaron.
En medio de su insoportable dolor, agarró con fuerza el brazo de Dylan y susurró con voz ronca: «Dylan».
A Dylan se le llenaron los ojos de lágrimas en cuanto oyó su voz.
Justo entonces, el médico, visiblemente agitado, dijo: «Señor, tiene que irse. No podemos empezar el tratamiento de urgencia con usted aquí».
Dylan dudó, su corazón anhelaba permanecer al lado de Olivia.
Temía que se sintiera asustada y sola sin él allí, pero el médico insistió en que no podía quedarse en el quirófano.
Su ropa, manchada de barro y agua sucia, suponía un riesgo para el entorno estéril.
De mala gana, Dylan salió al pasillo a esperar.
Edwin fue el primero en llegar al hospital.
Aún estaba en el hotel cuando Olivia se marchó, y entonces se produjo el tornado, que dejó las carreteras intransitables.
Preocupado por Olivia, llamó para comprobar si había llegado bien a casa.
La respuesta de la sirvienta de que no había regresado no hizo más que aumentar su preocupación.
Decidiendo dejar a su madre y a Laura en el hotel por seguridad, Edwin desafió a la tormenta y condujo de vuelta solo.
Los fuertes vientos hacían casi imposible conducir y, en un momento dado, Edwin llegó a plantearse escribir un testamento.
De camino, se topó con el vehículo volcado de la familia Evans en un camino privado cercano a su chalet.
El vehículo estaba vacío, pero verlo volcado le produjo una conmoción que le hizo saltar el corazón a la garganta.
Se recompuso en un instante y rápidamente tomó la decisión de llamar a Dylan.
Por suerte, Olivia estaba con Dylan en su coche.
Sin embargo, estaba en mal estado.
Al llegar al hospital, Edwin encontró a Dylan paseándose ansiosamente fuera del quirófano.
Edwin podía empatizar con la angustia de Dylan.
A pesar de sus conflictos pasados, la preocupación inmediata era la seguridad de Olivia y de su hijo nonato.
Se acercó a Dylan y le puso una mano tranquilizadora en el hombro, diciéndole: «Gracias por traerlos rápido».
Dylan, quitándose los zapatos empapados y vaciándolos de agua, contestó con indiferencia: «Olivia es mi mujer y está embarazada de mí».
Edwin estuvo a punto de añadir algo, pero se lo pensó mejor.
Cada momento era agonizante para Edwin.
Le apetecía un cigarrillo, pero cuando sacó su paquete, descubrió que estaban todos estropeados por la lluvia.
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