La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1858
Capítulo 1858:
Rafael entendió lo que ella quería decir. Respetando su decisión, Rafael cesó en su persuasión. Permanecieron juntos en silencio.
Olivia compartió algo sobre la niña, mientras Rafael la ponía al tanto de la situación actual de algunos de sus compañeros de universidad. Antes se querían, pero ahora sólo hablaban del pasado como viejos amigos.
Uno había seguido adelante.
El otro, sin embargo, podría encontrar los recuerdos imborrables.
Olivia inclinó ligeramente la cabeza y sonrió: «He oído que hace poco tuviste una cita a ciegas. ¿Conociste a alguien prometedor?».
Raphael se quedó pensativo durante casi dos minutos. Mirándola a los ojos, respondió lentamente: «Hay una mujer que acaba de volver de estudiar en el extranjero. Pertenece a una familia de la industria textil y tiene unos treinta años. Su personalidad es bastante agradable. Podría funcionar».
Olivia no se sorprendió lo más mínimo. Dado el atractivo rostro de Raphael y su exitosa carrera, encontrar una pareja adecuada no suponía ningún esfuerzo. No se sorprendió de que al final no hubiera acabado con Sharon. Sin embargo, le dio la enhorabuena.
De repente, Raphael planteó una pregunta. «Olivia, si Dylan no estuviera en la foto, ¿podría haber habido algo entre nosotros?».
Olivia se quedó momentáneamente desconcertada. No había previsto que Rafael volviera a mencionar a Dylan.
Cuando volvió a la realidad, contempló la oscura noche. Raphael, cuando estés casada y tengas un hijo, no volverás a preguntar por esas cosas».
Tras un momento de contemplación, Rafael comprendió su propia pregunta. Permaneció en silencio, de pie a su lado. Pensó que éste podría ser su último momento juntos de esa manera.
Después de más de diez años de relación, su relación había llegado a su fin. Ahora ambos tenían que seguir adelante con sus propias vidas.
Mientras se preparaba para irse, surgió la voz de Raphael: «Si alguna vez necesitas algo, sólo tienes que ponerte en contacto conmigo. Independientemente de las circunstancias».
Ansiaba decir en voz alta que era el padre de Leyla. Pero como antes, esas palabras permanecieron sin pronunciar.
Cuando Raphael se fue, se encontró con Dylan. Dylan también había aparecido en el banquete, aunque no estaba en la misma sala que Olivia. Al salir a tomar el aire, no esperaba encontrarse con Rafael y Olivia juntos.
Raphael observó a Dylan en silencio durante un breve instante antes de marcharse en otra dirección. El eco de las pisadas de los zapatos de cuero fue desapareciendo en el silencioso pasillo.
Olivia también vio a Dylan. Aunque habían pasado dos meses desde la última vez que se vieron, verlo seguía evocando emociones en su interior. Sin embargo, reconocía que su relación actual se limitaba a una superficial cordialidad. Con una leve sonrisa, se dispuso a marcharse.
Dylan le cogió la mano y observó lo delgada que era su muñeca, que pudo agarrar sin esfuerzo. Olivia bajó la mirada. Tras un largo instante, parpadeó y le preguntó: «¡Suéltame, Dylan!».
Haciendo caso omiso de su súplica, Dylan siguió mirándola fijamente, con un deseo evidente en los ojos. Olivia se había vestido meticulosamente para la ocasión. Adornada con un vestido rosa claro de cola de pez, exhibía su esbelto físico, acentuando su cintura y caderas bien proporcionadas.
Su delicado rostro no mostraba signos de haber dado a luz, y desprendía un encanto que cautivaba a los hombres.
Al acercarla, la voz de Dylan, típicamente serena, adquirió un tono ronco al preguntarle: «¿De qué hablaste con él?».
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