Capítulo 1760:

Cuando Leonel salió del baño, encontró a Alexis recostada en la cama, mirando a Cordelia con tierno afecto. Irradiaba un resplandor como el de un ángel, aunque también había un atisbo de pereza en su rostro.

Sentado junto a Alexis, Leonel le pasó suavemente los dedos por el cabello negro.

Realmente no quería irse a la cama. Más bien, anhelaba estar con Alexis cada hora del día.

Mientras Alexis le acariciaba con ternura las cicatrices de la pierna, lo hacía en silencio, sin pronunciar palabra; su tacto era un suave consuelo.

Con voz ronca, Leonel susurró: «Ya no me duele».

Alexis preguntó en voz baja: «¿Le dolerá los días de lluvia? Estaré aquí para masajearte y aliviar tus molestias si es así».

Con una leve sonrisa, Leonel se burló: «¿Desde cuándo la señorita Fowler se ha vuelto tan dulce?».

Alexis le plantó un suave beso en la mejilla y dijo: «Tendrás muchas más sorpresas por delante. La vida es como un viaje, ¿no? Además de nuestro amor, ¡tenemos hijos que criar y responsabilidades de las que ocuparnos!».

Después de plantarle un beso en la mejilla, Alexis se levantó de la cama. Sin embargo, Leonel le pellizcó suavemente la barbilla, tirando de ella hacia atrás en un beso persistente que duró bastante tiempo.

La abrazó con fuerza hasta que él mismo se sintió arder de lujuria.

«¡Hora de dormir! Mañana salgo de viaje de negocios. Ya sabes, tengo que contribuir a la familia», dijo Alexis con resignación.

Como era un caso de asistencia jurídica, no cobraba honorarios por sus servicios. Se esperaba que permaneciera en Tashkao tres días.

A la mañana siguiente, Alexis se levantó temprano, sabiendo que tenía que salir pitando hacia el aeropuerto después del desayuno. Sin embargo, al entrar en el guardarropa, descubrió su equipaje perfectamente recogido, con todo lo necesario para el viaje de tres días.

Al mirar el equipaje, se le llenaron los ojos de lágrimas.

A pesar de la intimidad de la noche anterior, una parte de ella seguía sin saber si había sido real o sólo un sueño. Sin embargo, ahora estaba segura de que Leonel había vuelto a su vida.

Mientras tanto, Leonel se había acercado y se apoyaba en la puerta.

Estaba increíblemente seductor con su jersey gris claro de cuello alto.

Con un vaso de leche en la mano, le preguntó amablemente: «Echa un vistazo y mira si necesitas algo más. Si no, luego te llevo al aeropuerto».

Asegurando su maleta, Alexis le rodeó el cuello con los brazos y alabó: «Es usted muy considerado, señor Douglas».

Leonel frunció el ceño, objetando burlonamente: «Usted no era tan formal cuando estuvimos anoche en el coche… ¿necesita que le refresque la memoria, señorita Fowler?».

Sus mejillas enrojecieron de vergüenza al oír su comentario.

Mordisqueándole juguetonamente la barbilla, ella replicó: «Me ocuparé de usted cuando regrese de mi viaje».

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