Capítulo 1759:

A pesar de su agotamiento, Alexis sabía que Cordelia necesitaba su atención, así que asintió débilmente. Mientras intentaba incorporarse, Leonel le ahuecó la cara y la besó una vez más.

Ella no pudo resistirse a corresponder el beso.

Tras un momento prolongado, Leonel no pudo evitar preguntar con voz ronca: «¿Estás bien?».

En realidad, quería preguntar por el sexo, pero las palabras no le salían. El tema le parecía demasiado delicado, incluso para la más íntima de las parejas.

Alexis le sostuvo el rostro apuesto y le dijo con seriedad: «Aunque ya no es como antes, lo disfruté».

En respuesta, Leonel la besó con ternura.

Ella le devolvió el beso y preguntó con voz suave: «¿Y tú? ¿Estás satisfecha?»

«¡Absolutamente!» afirmó Leonel, ayudando a Alexis con su atuendo antes de vestirse él mismo. Finalmente, cerró la tapa del pequeño tubo y se lo guardó en el bolsillo. «¿Dónde has encontrado esto? Es bastante práctico, ¿no te parece?».

Alexis se quedó muda ante su respuesta.

Cuando regresaron a la casa, Leonel expresó su deseo de llevarla arriba. Alexis le acarició suavemente la mano y comentó: «¿No estás agotada después de nuestro intenso entrenamiento en el garaje?».

Leonel esbozó una leve sonrisa y la acompañó hasta el ascensor.

Tras regresar al dormitorio, Alexis se dirigió directamente a la ducha. De repente, Leonel se dio cuenta de que el asiento trasero del coche probablemente estaba hecho un desastre después de la sesión. Preocupado por la posibilidad de que los criados se toparan con la escena mientras limpiaban el garaje por la mañana, se apresuró a recoger el coche.

Cuando regresó, Leonel encontró a Alexis ya duchada, sentada frente al tocador, aplicándose productos para el cuidado de la piel en la cara.

Se acercó a ella por detrás y la abrazó. Acariciándole el cuello, murmuró suavemente: «Deberíamos empezar a acostumbrar a Cordelia a dormir en su propia habitación. Estoy deseando hacerte el amor en nuestra cama».

Alexis se volvió hacia Leonel y le rodeó el cuello con los brazos.

«Eres todo un encanto, ¿verdad? Además, pareciste disfrutar cuando tuvimos sexo en el auto», comentó con una sonrisa burlona.

La sonrisa de él se amplió ligeramente al oír sus palabras.

A pesar de llevar dos años separados y de desearla con locura, Leonel seguía preocupándose profundamente por los sentimientos de Alexis. Entendía que si ella no lo deseaba, no debía presionarla para tener sexo con él.

Después de un momento de silencio, Alexis sugirió suavemente: «¿Por qué no vas a ducharte ahora?».

Leonel se demoró, plantándole besos en el cuello, antes de excusarse para ir al baño.

Después de ducharse, pensó ponerse unos pantalones para disimular la cicatriz de la pierna. Sin embargo, tras reconsiderarlo, descartó la idea y optó por un albornoz.

Hay que reconocer que el albornoz hasta la rodilla probablemente dejaría al descubierto las salvajes cicatrices de su pierna.

Antes, Leonel solía lidiar con sentimientos de inferioridad debido a sus cicatrices, pero ahora creía que debía afrontarlas de frente, aceptándolas como parte de su identidad como hombre.

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