Capítulo 1728:

Los copos de nieve entraron en el coche y se posaron en su hombro.

Desaparecieron en la tela de su abrigo de tweed como si nunca hubieran tocado la tierra.

Cuando Alexis captó la mirada de Leonel, buscó sus ojos.

Su expresión era ilegible, pero se serenó bien. El chófer salió, abrió la puerta y, tras un momento de vacilación, Leonel salió del coche y avanzó unos pasos para encontrarse con Alexis.

Ella le sostuvo la mirada unos segundos más antes de volverse para dirigirse al joven que estaba a su lado.

El joven, que había estado ajustando una cámara cercana, miró hacia ella y le dedicó una tímida sonrisa.

En cierto modo, se parecía a Calvin.

Tanto Alexis como Leonel se sorprendieron. Tras una pausa, Leonel se volvió y preguntó en voz baja: «¿Sigues pensando en Calvin?».

Alexis no dudó. Con una suave sonrisa, respondió: «A veces. Estuvo conmigo durante años y su muerte fue tan repentina. Hace poco visité el cementerio; su lápida estaba pulcramente recortada, rodeada de sus flores favoritas. Leonel, ¿has estado allí?».

Leonel no lo negó.

Sosteniendo el cigarrillo entre sus delgados dedos, dio una lenta calada y sonrió. «Tenía algo de tiempo libre, así que visité su tumba. Pensé que unas flores estarían bien».

Alexis permaneció en silencio.

Permanecieron juntos en la nieve que caía, sintiendo una tranquila calma en su interior.

Finalmente, Leonel hizo un gesto hacia la distancia y preguntó: «Aún no me lo has dicho… ¿Es tu nuevo novio? Si es así, deberías traerlo a casa. Tus padres están preocupados por tu relación».

Alexis bajó la mirada y rozó una brizna de hierba seca con su bota negra de tacón alto.

Después de un momento, levantó la vista y preguntó: «¿Y tú? ¿Has encontrado a alguien adecuado?».

Leonel la miró en silencio, sin darse cuenta de que el cigarrillo había quemado hasta el filtro hasta que el calor le tocó la punta de los dedos. Lo apartó con una leve sonrisa y respondió: «No».

Entrecerró los ojos y volvió a mirar al joven. Carraspeó y preguntó: «Parece guapo. ¿Qué hay de su educación y antecedentes familiares? ¿Qué tan serios son?».

Hizo varias preguntas.

Alexis no respondió a ninguna; se limitó a sonreír, con ojos cálidos.

Leonel sintió una punzada de celos, pero mantuvo una fachada generosa.

«Nochebuena, ¿por qué no invitarlo a cenar? Mamá y papá lo tienen todo preparado y nos están esperando», sugirió Leonel.

Alexis dijo lentamente: «No creo que sea una buena idea. Los niños aún no están listos».

La expresión de Leonel se ensombreció.

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