Capítulo 1724:

Pero él la amaba.

Así que la besó, concediéndole la ternura que deseaba, derritiéndola poco a poco con cada beso.

En el suave resplandor de la tenue luz, entrelazó sus dedos con los de ella.

En su estado de ensoñación, Alexis parecía tan inocente e inexperta. ¿Cómo podría soportar que Leonel la tratara así? Sus ojos brillaban de emoción mientras miraba hacia abajo, perdida en sus pensamientos, tratando de encontrar a su amante.

De repente, levantó la cabeza y gritó su nombre con fuerza.

Leonel besó sus labios con ternura.

Ella temblaba incontrolablemente, gritando repetidamente su nombre mientras cada fibra de su ser se estremecía. Lo rodeó con sus brazos, el hombre que le daba placer.

Leonel continuó besándola, su corazón se rompía con cada tierna caricia.

Era consciente de que le había robado aquel momento de intimidad.

Cuando Alexis despertara, tal vez lo olvidaría por completo.

O tal vez volvería a mirarlo con esos ojos tranquilos y distantes. Siguió besándola hasta que se calmó.

Estaba sudando y él la limpió suavemente.

Probablemente agotada, se sumió en un profundo sueño.

Permaneció inmóvil bajo sus caricias, tumbada obedientemente sin reaccionar.

La mirada de Leonel era profunda.

Pronto llegó el criado con el médico. Presintiendo que podía ocurrir algo dentro, el criado llamó a la puerta antes de anunciar: «Señor Douglas, ha llegado el doctor Hall».

Sentado en el borde de la cama, Leonel contempló la forma dormida de Alexis e invitó con calma: «Pase, por favor».

El criado hizo pasar al Dr. Egbert Hall a la habitación.

Egbert se acercó con cautela, consciente del estado de Alexis. Comprobó meticulosamente su temperatura y examinó el termómetro: «Algo más de 38 grados. Está bajando».

No obstante, le puso a Alexis una inyección para bajarle la fiebre y le recetó algunos medicamentos. Por último, la examinó detenidamente y observó: «La enfermedad es inevitable para los seres humanos, pero la señora Douglas parece especialmente frágil. Primero debería consumir regularmente tónicos para reforzar su salud, o seguirá enfermando con facilidad.»

Cuando Egbert se refirió a Alexis como «señora Douglas», Leonel no le refutó.

A pesar de su conocido divorcio, Alexis estaba en ese momento tumbada en su cama, lo que indicaba una conexión más profunda entre ellos.

Egbert se marchó poco después.

Leonel ordenó al criado que acompañara a Egbert a la salida antes de tumbarse con cuidado junto a Alexis en la cama. Ella dormía plácidamente, raramente mostrando tal obediencia.

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