La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1720
Capítulo 1720:
No intentó disimular su cojera delante de ella, la pierna le dolía mucho, haciendo que sus pasos flaquearan. Pensó para sí que mientras estuviera lejos de ella, no importaba lo torpe que pareciera.
Detrás de él, los ojos de Alexis se llenaron de lágrimas.
Una vez que Leonel estuvo fuera de su vista, enterró la cara entre las manos y lloró. Ambos agobiados por sus imperfecciones, lo que entristeció a Alexis fue que él siempre había sido tan orgulloso… ahora, su orgullo la estaba alejando.
Alexis pensó que si ese era su deseo, lo respetaría.
Leonel regresó a su dormitorio.
Después de cerrar la puerta, jadeó. El agua goteaba de su cuerpo, manchando la alfombra, pero lo ignoró.
Ignorando el agudo dolor en la pierna izquierda, se dirigió al armario para coger ropa para Alexis.
Sabía que era delicada, propensa a resfriarse con facilidad. Si se resfriaba, le daría fiebre.
A pesar de ello, cuando abrió el armario, descubrió que sólo había ropa de hombre. Ninguna de las cuales era apropiada para ella.
Sus delgados dedos buscaron en el armario hasta que seleccionó una camisa gris y un par de pantalones cortos deportivos. Pensaba ponérselos esta noche, y por la mañana le pediría a Noreen que le trajera ropa adecuada.
Con la ropa en la mano, se dirigió cojeando a la habitación de invitados.
El pasillo estaba en silencio.
El único sonido era la persistente lluvia que caía fuera. Mientras caminaba por el pasillo vacío, sus sentimientos se mezclaban.
Esa misma noche habían discutido, pero ahora tenía la oportunidad de volver a estar cerca de ella.
Alexis no había vuelto a hablar de irse; parecía contenta de quedarse.
Leonel se sentía desgarrado. Intentaba reprimir su anhelo por ella, pero no podía evitarlo.
Abrió la puerta de la habitación de invitados y vio que Alexis ya no estaba en el sofá.
El ruido del agua provenía del cuarto de baño. Probablemente se estaba secando. De pie allí, Leonel se inundó de recuerdos.
Habían estado casados durante años y él conocía cada centímetro de su cuerpo íntimamente.
Se le hizo un nudo en la garganta, pero resistió el impulso de entrar. En lugar de eso, colocó la ropa sobre la cama, asegurándose de que ella la viera cuando saliera.
Bajó las escaleras y pidió al criado que preparara té de jengibre para Alexis.
El criado respondió: «Ya lo he preparado. El té de jengibre ayuda a entrar en calor con este tiempo. No se preocupe, señor Douglas».
Leonel asintió y regresó a su dormitorio.
La habitación estaba limpia y ordenada, gracias a los criados. Se sentó en el sofá, ensimismado, tocándose los labios, reflexionando sobre los últimos acontecimientos.
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