Capítulo 1713:

Leonel respondió fríamente: «¡Es innecesario! Estoy contento con mi vida tal como es ahora. No deseo alterar la paz. Para mí, tu gratitud y tu redención no tienen ningún valor. Fue una mera reacción física, y reaccionaría igual con cualquier otra mujer».

Alexis guardó silencio. Tras una breve pausa, le dio un suave codazo en el hombro.

«¡Levántate! Iré a ver a Cordelia».

Leonel se puso de lado, y sus ojos recorrieron su cabello alborotado. Incluso en la penumbra, notó que sus manos temblaban mientras se abotonaba la ropa.

El corazón le dio un vuelco.

Para él, lo que Alexis decía y hacía era como una potente medicina, difícil de resistir.

Por muy difícil que fuera, no podía rendirse.

Alexis se paró junto a la cama, acomodándose el atuendo, y comentó despreocupadamente: «Descansa un poco».

Cuando se marchó, Leonel contempló su figura en retirada, con los ojos llenos de amargura. Nunca se había sentido tan fracasado como en aquel momento. Ella había estado dispuesta a superar sus barreras psicológicas y convertirse en su compañera, acurrucada en sus brazos, y sin embargo él la había rechazado con firmeza.

Leonel no entendía cómo se había quedado dormido.

Se dio cuenta de que la puerta estaba ligeramente entreabierta, lo que permitía que se filtrara una tenue luz del pabellón exterior. Eso le reconfortó.

Sin saberlo, Alexis no había pegado ojo.

Tras abandonar el salón, se dirigió al baño y se echó agua fría en la cara. La sensación le escocía y le producía dolor.

Al mirarse en el espejo, se encontró con el reflejo de un desconocido.

Alexis se quedó mirando su reflejo durante una eternidad.

Al amanecer, Leonel se despertó y descubrió una figura menuda en su cama.

Cordelia, con sus piernecitas recogidas y sus mejillas de querubín entre las manos, lo miraba atentamente. Al darse cuenta de que estaba despierto, se acurrucó junto a él como un cachorro, salpicándole la cara de besos y babas.

El corazón de Leonel rebosaba afecto.

La estrechó entre sus brazos, comprobó su temperatura y descubrió que la fiebre había bajado.

Cordelia soltó una risita, acurrucándose más en su abrazo, con su dulce voz gritando «papá» repetidamente.

Se rió entre dientes, sintiendo que si se quedaba un momento más, su determinación se desmoronaría de inmediato, dificultando su partida. Durante el desayuno, le propuso a Alexis: «Volveré para cambiarme y regresaré por la tarde».

Alexis estaba sorbiendo leche cuando escuchó las palabras de Leonel, su aguda intuición captó sus sentimientos tácitos.

Terminando tranquilamente su leche, Alexis dijo en un tono tenue: «Tengo algunos asuntos que atender en la oficina esta mañana. Espero que puedas ocuparte de ella por el momento. Volveré esta tarde para tramitar su alta».

Leonel asintió con la cabeza.

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