Capítulo 1710:

Cuando comprobó su temperatura, descubrió que era de 99 grados.

Conociendo los límites de las piernas de Leonel, sabía que no era correcto mantenerlo mucho tiempo de pie, así que le señaló el sofá que estaba junto a la cama y le dijo: «Toma asiento. Deja que te traiga un vaso de agua».

Leonel no se negó. Francamente, incluso antes de llegar al hospital, la pierna había empezado a dolerle.

Después de sentarse en el sofá, acarició suavemente el rostro de Cordelia.

Cordelia seguía profundamente dormida, pero su cálido rostro parecía adorable y desprendía una tenue fragancia. Leonel quiso abrazarla. De todos los niños, Cordelia era la que más se parecía a Alexis.

Mirarla era como vislumbrar a Alexis en su infancia.

«Toma, bebe un poco de agua».

Leonel levantó rápidamente la vista al oír esto. Alexis estaba de pie justo delante de él, bloqueando la visión de la luz de la habitación.

Parecía mucho más serena que antes.

Leonel cogió el vaso y estaba a punto de darle las gracias cuando oyó su pregunta aparentemente casual: «¿Dónde está tu novia? ¿No la has traído?».

A Leonel le dio un vuelco el corazón.

Estaba seguro de que Alexis conocía la verdadera identidad de Hester, y su deliberada mención de Hester ahora sólo confirmaba su intención de provocarlo.

Mientras cogía el vaso, meditó cómo responder.

Al momento siguiente, su cuerpo tembló ligeramente. Alexis posó la mano en el dorso de la suya, un tacto suave que no había sentido en mucho tiempo, sobre todo por parte de la mujer a la que amaba profundamente.

Cualquier excusa o refutación se le atascó en la garganta, dejándolo sin habla.

Podía sentir la palma de su mano moviéndose suavemente, y como pareja que había compartido muchos años juntos, incluso el más leve contacto de piel era suficiente para agitar sus corazones.

Sintió una agitación silenciosa en su corazón.

Por primera vez desde su herida en la pierna, Leonel sintió un impulso abrumador. A pesar de ser consciente de que no era el momento adecuado, no pudo resistirse.

Alexis sonrió: «¿Qué te pasa? ¿Por qué sudas?»

Y alargó la mano para tocarle la frente.

Leonel respondió con rapidez y nerviosismo, su culpabilidad evidente. El ambiente se volvió incómodo tras sus palabras. Alexis lo miró por un momento antes de decir lentamente: «De acuerdo entonces».

Leonel sintió inexplicablemente que Alexis lo atormentaba.

Sentía como si tuviera un fuerte control sobre sus emociones.

A Leonel no le gustaba esa sensación, pero no podía cambiarla con Alexis presente. De repente, Alexis se inclinó hacia él y le susurró al oído: «Oye, no pareces estar bien».

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