Capítulo 1684:

«Volvamos juntos a casa más tarde y cenemos», sugirió.

Olivia asintió con la cabeza, pero no pudo resistirse a preguntar: «¿Esa mujer es realmente tu novia? No lo parece».

Leonel respondió rotundamente: «No deberías preocuparte por asuntos de adultos».

Olivia le hizo una mueca.

Poco después, Edwin llamó a Olivia, preguntando por su paradero e informándole de que Laura deseaba su presencia en casa para cenar. Al saber que Laura había preparado una opípara comida, Olivia se inclinó por ir a casa de su hermano. Pero recordando el deseo de Leonel de cenar en casa de los Fowler, razonó que hacía tiempo que Leonel no pasaba tiempo formalmente con su familia, y estaba decidida a ayudarle.

Al oír las palabras de Olivia, Edwin alteró rápidamente el plan, aconsejando a Laura: «Olvídate de cocinar. Cenaremos juntos en casa del tío Waylen».

Laura no tenía ni idea de la situación. Edwin le aflojó el delantal y le pellizcó cariñosamente la mejilla, comentando con una sonrisa: «Estará animado por allí esta noche».

La mansión bullía de actividad aquella noche, ya que casi todos los miembros más jóvenes de las familias Fowler y Evans se habían reunido. Debido a su escandalosa nueva relación, Leonel parecía no inmutarse por revelar su problema en la pierna, pero aun así trató de caminar con paso firme cuando bajó del coche.

Al observarlo en ese estado, los criados sintieron una punzada de compasión. Aunque deseaban ayudarle, Leonel desestimó sus ofrecimientos.

«Es innecesario. Puedo arreglármelas solo».

A pesar de la dificultad de cada paso, consiguió llegar desde el aparcamiento hasta el salón sin ayuda. Para entonces, ya había llegado casi toda la generación más joven. La presencia de los niños se sumó a la ya bulliciosa sala de estar.

A la llegada de Leonel, Evelyn se abalanzó alegre, le cogió la mano y se dirigió a él como «papá». Mientras tanto, Daniel, absorto en su libro, lo saludó cortésmente sin levantarse. Leonel lo miró y acarició cariñosamente el pelo de Evelyn antes de acomodarse en el sofá. Ollie correteó a sus pies.

Rena salió de la cocina con su propia mezcla de té perfumado. Al ver a Leonel sentado con las manos entrelazadas sobre las rodillas, Rena no pudo reprimir una oleada de emoción. Tras un momento, esbozó una leve sonrisa y le animó: «Empieza con un poco de té. La cena estará servida en breve».

Olivia se acercó a Rena para echarle una mano. Rena entregó una taza de té a Leonel, pero dudó en marcharse. Con tono sombrío, Leonel susurró: «Gracias, mamá».

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