La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1653
Capítulo 1653:
Leonel contestó con calma: «Será poco inteligente, pero es muy rico. Dinero fácil, ya sabes. Nos perjudicaría no colaborar con él».
Noreen quiso protestar, pero Leonel la detuvo. «Déjalo estar. El contrato está firmado, y eso es lo único que importa».
Se disculpó, sintiéndose mal.
Pero Leonel no la culpó. Cuando se iban, vio a Alexis. Estaba con un hombre y caminaban juntos. Parecían cercanos.
El hombre parecía tener unos treinta años. Parecía suave y parecía perfecto para Alexis…
Leonel se quedó de piedra. ¿Era su cita? No se lo esperaba tan pronto…
Preocupado de que Alexis lo descubriera, apretó los puños. «Empújame para allá. Necesito fumar».
Noreen también vio a Alexis. Sorprendida, llevó a Leonel en silla de ruedas a un lugar tranquilo. La silla de ruedas parecía pesar una tonelada, aunque parecía que no estaban lejos. Noreen luchó contra las lágrimas mientras empujaba a Leonel.
Con voz temblorosa, dijo: «¿Por qué no le dices la verdad a la señorita Fowler…?».
La respuesta de Leonel fue fría, sus palabras goteaban amargura. «¿Qué verdad? ¿Que terminé incapacitado protegiéndola, esperando que se compadeciera de mí? ¿Para que se sintiera obligada a cuidarme para siempre?».
Noreen no pudo contenerse más y se escabulló para llorar en privado.
Leonel, ya solo, encendió un cigarrillo. Sabía que no debía, con el dolor en la pierna, pero a veces no podía resistirse. En ese momento, sólo necesitaba el consuelo de esa calada. Había visto a Alexis con otro hombre y ahora se sentía completamente inútil. Antes orgulloso e independiente, ahora se encontraba escondido en las sombras, incapaz de enfrentarse a la realidad de su situación.
¡Qué patético! Leonel no pudo evitar reírse de sí mismo.
El cigarrillo humeaba entre los dedos de Leonel. El familiar chasquido de unos tacones altos sacó bruscamente a Leonel de su ensueño: Alexis volvía a sus obligaciones públicas después del trabajo, y sus tacones resonaban en el pasillo.
El sonido sacudió a Leonel, despertando algo en su interior. Estaba tan ensimismado que estuvo a punto de quemarse la mano antes de apagar apresuradamente el cigarrillo.
Sin embargo, no se marchó inmediatamente. Permaneció sentado en su silla de ruedas, mirando por la ventana en silencio, con la vista frustrantemente limitada por su posición sentada.
Permaneció obstinadamente sentado, sin saber a qué estaba esperando ni siquiera en qué estaba pensando. Sus pensamientos se dirigieron a Alexis: tal vez estaba disfrutando de su tiempo con aquel hombre respetable…
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