Capítulo 1644:

Perturbados por el alboroto, los empleados de la casa salieron de sus habitaciones, observando cómo Alexis tocaba con ternura el vehículo, su pena palpable. La luz de la luna iluminaba su rostro, revelando unos ojos rebosantes de lágrimas.

Tras una inspección minuciosa, Alexis confirmó que se trataba de la misma limusina que había comprado Leonel. Reconoció el gatito que Evelyn había dibujado a escondidas en una esquina del maletero, un detalle que Leonel desconocía.

El garabato infantil estaba intacto.

Abrumada, Alexis rompió a llorar y luego, extrañamente, se echó a reír.

Al presenciarlo, los criados optaron por no inmiscuirse en su momento; en su lugar, permanecieron en silencio a su lado hasta que recuperó poco a poco la compostura.

«Tras el accidente de coche, la limusina fue remolcada para su reparación, pero regresó al día siguiente. El señor Douglas estaba demasiado apurado preparando un viaje de negocios como para prestarle atención. No volverá hasta el mes que viene -explicó Keira, la sirvienta de más confianza.

Aturdido, Alexis pensó que el relato de Keira debía de ser exacto. Parecía que Leonel estaba realmente en el extranjero por negocios, y que el accidente de coche no era tan grave como ella había temido.

Las pesadillas que la atormentaban últimamente podían ser sólo producto de su imaginación.

Con este pensamiento, se dispuso a partir.

Justo entonces, Marcus, de la familia Fowler, se acercó a toda prisa. No le hizo ningún reproche, sino que le echó el abrigo sobre los hombros y la abrazó. «¡Vamos a casa, Alexis!»

En trance, Alexis asintió.

Antes de subir al coche, no pudo resistirse a echar un último vistazo a la villa donde había vivido tantos años.

Era en esta casa donde había compartido momentos maravillosos con Leonel.

También fue aquí donde le hizo callar en los momentos más difíciles.

Aquí también había criado a sus dos hijos.

Sin embargo, al final se separaron, cada uno en una dirección.

Tal vez Leonel no debería haber vuelto desde el principio.

Tal vez Alexis nunca debió pedirle a Leonel que la llevara a encontrarse con un cliente esa noche. De no haber sido por aquella noche, nada habría surgido entre ellos.

Leonel podría haber seguido en el extranjero, y ella podría haber vivido su vida en tranquila reflexión, sólo ocasionalmente teñida de ligeros remordimientos por el pasado. Todo podría haber ido bien.

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