Capítulo 1643:

Tras una breve pausa, Rena le pasó el teléfono a Alexis. «Hablad vosotros dos. Yo saldré un momento».

Alexis cogió el teléfono y vio cómo Rena salía de la habitación. Una voz ronca llegó por el otro extremo. «¿Alexis?»

Al oír su voz, Alexis sintió que la realidad se instalaba en su interior. Leonel estaba vivo. Estaba allí, al otro lado de la línea. Se le llenaron los ojos de lágrimas.

Conteniendo sus emociones, susurró: «Leonel, qué alivio que estés bien».

Hubo un momento de silencio antes de que se oyera una risita suave. Con una voz teñida de ronquera y compostura a la vez, Leonel sugirió: «Alexis, es hora de que ambos empecemos de nuevo. Me he dado cuenta de que no vale la pena seguir así. Tratémonos como familia y criemos juntos a nuestros hijos en el futuro».

Alexis sintió que se le formaba un nudo en la garganta. Tras una larga pausa, respondió: «De acuerdo».

Mientras tanto, Leonel contemplaba en silencio su pierna izquierda, envuelta en vendas blancas. A pesar de haber pasado una semana, seguía inmóvil. Limitado a una silla de ruedas, contemplaba su situación.

Mientras Alexis sostenía el teléfono, su agarre se tensó ligeramente. En voz baja, Leonel le instó: «Alexis, búscate a alguien nuevo. Aún tienes una vida plena por delante».

Alexis permaneció en silencio. Que encontrara un nuevo compañero no era lo que preocupaba a Leonel. Su prioridad era localizarle. ¿Estaba realmente tan bien como decía, ocupado con negocios en el extranjero?

Tras colgar, Alexis dio instrucciones a su asistente para que rastreara el paradero del coche de la noche del accidente. Tras una búsqueda minuciosa, su ayudante le informó: «El vehículo está en la villa del señor Douglas. Señorita Fowler, usted…»

Antes de que la asistente pudiera terminar, Alexis puso fin a la llamada y se vistió, decidida a ver el coche ella misma. Nadie de la familia Fowler podría impedírselo.

En plena noche, Alexis condujo hasta la villa que una vez llamaron hogar. Al cabo de unos treinta minutos, su coche se deslizó hasta el recinto de la villa. Bañado por la luz de la luna, el vehículo negro estaba aparcado en la entrada, esperándola en silencio.

Alexis se apresuró a salir del coche y se dirigió hacia el vehículo.

Reconoció al instante la lujosa limusina negra. A la luz de la luna, estaba aparcada en silencio, con algunos arañazos en la parte delantera y en la superficie. La matrícula delantera aparecía meticulosamente limpia.

Esta matrícula había sido seleccionada personalmente por Leonel.

Con manos temblorosas, Alexis trazó suavemente sus dedos sobre el armazón de la limusina.

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