La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1640
Capítulo 1640:
Ahora, Leonel comprendió. El nombre Cordelia no estaba ligado a Calvino, como alguna vez pensó, sino que era un homenaje al amor que Alexis y él habían compartido. Las lágrimas se agolparon en los ojos de Leonel al darse cuenta, un testimonio silencioso del profundo afecto de Alexis.
Su rostro se contorsionó en agonía, pero encontró la fuerza para alcanzar la pequeña mano de Cordelia, sus dedos entrelazados a pesar de la sangre. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Leonel, teñida de tristeza. ¿Cómo se le habían olvidado esos recuerdos?
Se restó importancia a la noticia del accidente, se ocultó la gravedad al público. Los informes hablaban de heridos leves. Contrariamente a los rumores de que Leonel Douglas ya se estaba recuperando y se disponía a cerrar un trato monumental en Livebop, la verdad era mucho más sombría.
Dentro de las paredes estériles del quirófano, la urgencia flotaba en el aire. Leonel se estaba desvaneciendo, su pérdida de sangre era grave. Su pierna izquierda, gravemente fracturada, pronto tendría que ser reconstruida con metal, y los médicos le advirtieron que podría pasar el resto de su vida en una silla de ruedas. Los daños eran así de graves. Su muslo, un rompecabezas de fragmentos óseos, se había llevado la peor parte del traumatismo.
Rena estaba fuera del quirófano, con los ojos llenos de dolor. Marcus, a su lado, le ofrecía un apoyo silencioso mientras la sujetaba del brazo, compartiendo el peso de su pena sin decir una palabra. Recordó el momento en que Leonel, aferrándose a sus últimos hilos de consciencia tras el accidente, le había suplicado: «Guárdale esto a Alexis. He prometido dejarla marchar».
Leonel se había preparado para soportar toda una vida de penurias si eso significaba evitarle el dolor. El Leonel de antaño había soñado con una vida junto a Alexis, pero ahora se enfrentaba a un futuro marcado por sus heridas. Marcus, ante la determinación de Leonel, se sintió inicialmente desconcertado. Pasó un tiempo antes de que pudiera responder y, finalmente, asintió en silencio.
«De acuerdo», susurró Marco. «No se lo diremos».
Nada más hacer la promesa, Leonel entró en coma. El banco de sangre del hospital se estaba quedando sin sangre Rh negativo. Waylen, aún convaleciente, llegó para donar 400 mililitros de la suya. Al salir, su palidez era evidente, su tez cenicienta. Marcus ayudó rápidamente a Waylen a sentarse.
Olivia y Elva no tardaron en llegar, con los rostros desencajados. «¿Cómo va todo?», preguntaron en voz baja.
Marcus respondió en voz baja: «Alexis y el bebé están a salvo. Leonel, sin embargo, tiene una grave fractura en la pierna izquierda». Había presenciado la caótica escena de primera mano, y le había dejado conmocionado.
Dentro de la sala de operaciones, el sombrío trabajo continuaba. Las gasas empapadas en sangre se desechaban en contenedores de riesgo biológico. Leonel yacía pálido, estirado sobre la mesa estéril, sumido en una neblina mientras le introducían meticulosamente clavos de acero en la carne. Su mente volvió a vagar, de vuelta a aquella noche con Alexis bajo el cielo cubierto de meteoritos, con Cordelia presente en su visión.
En realidad, la mano de Leonel se movía involuntariamente sobre la cama del hospital. Intentó mover las piernas, pero fue un esfuerzo inútil.
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