La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1611
Capítulo 1611:
Leonel y Alexis no solían ser conocidos por su simpatía, pero el estado de la mujer logró tocar la fibra sensible de Leonel.
Después de pensárselo un poco, ordenó al chófer que se quedara y dispuso que llevaran a la mujer al hospital para explorar la posibilidad de curarle las piernas, corriendo él con todos los gastos médicos.
El conductor felicitó a Leonel por su amabilidad, y tanto la mujer como el niño le mostraron su respeto inclinándose ante él.
Pero Leonel no podía evitar la sensación de que no era un buen hombre. Prácticamente había amenazado a Alexis para que se quedara a su lado antes de que pudiera proporcionar a su padre adoptivo una transfusión de sangre. Sabía que no era intrínsecamente bondadoso.
Al volver al coche, Leonel encontró a Alexis en silencio. Preguntó suavemente: «¿Estás bien?».
Alexis permaneció en silencio. Tras un momento de reflexión, Leonel habló en voz baja. «Ya se ha ido. No volverá a aparecer ante nosotros. Todo ha quedado atrás, Alexis. Tratemos de olvidarlo, ¿de acuerdo?».
Los dedos de Alexis temblaron ligeramente. ¿Anika estaba muerta? Habiendo sido testigo de la miserable situación de Anika, Alexis casi podía imaginarse las circunstancias de su muerte. Anika debió de sufrir mucho en aquella casa decrépita, y su fallecimiento probablemente no fue digno.
El apuesto rostro de Leonel adoptó una expresión sombría, su ceño se frunció ligeramente al recordar aquellos sombríos recuerdos. Sintió el impulso de fumar, pero se abstuvo en consideración a Alexis, optando en su lugar por sacar una menta del armario y metérsela en la boca.
Tras un largo rato, por fin volvió a hablar en voz baja: «Dejemos eso atrás, ¿vale?».
Alexis ni afirmó ni negó. Le indicó: «Deberíamos ir al hospital a recoger al bebé».
Por fin habían dejado atrás el calvario. Tras recoger al bebé del hospital, Leonel los condujo directamente de vuelta a la villa donde solían vivir juntos. Cuando se disponían a bajar del coche, Alexis acunó al bebé en brazos y dijo: «Se quedará en la habitación del bebé. A Daniel le gusta quedarse allí».
Leonel salió del coche y se dirigió a su lado. Mientras el criado se ocupaba del equipaje, Leonel cogió a la niña en brazos, protegiéndola del viento y poniéndole un chal a Alexis.
He preparado una nueva habitación para ella. Sube a ver si te gusta».
Alexis se sorprendió momentáneamente, pero enseguida comprendió su intención. Asintió con un simple «De acuerdo».
Leonel sintió una punzada de gratificación. Abrió el camino con la pequeña Cordelia en brazos, mientras un criado ayudaba a Alexis a subir las escaleras. Situada en el lado oeste del segundo piso estaba la nueva guardería.
El ambiente era acogedor en la tarde otoñal. La habitación, adornada en tonos rosados, desprendía un encanto encantador, perfectamente adecuado para una niña como Cordelia. Cuando Leonel colocó suavemente a Cordelia en la cuna y se dispuso a cubrirla con una fina manta, la niña se despertó, con la cara enrojecida y pataleando de emoción.
Leonel la examinó y dijo: «Está mojada. Voy a limpiarle el pañal».
El criado ayudó a Alexis a acomodarse en el sofá, asegurando su comodidad. Una vez acomodado Alexis, el criado bajó a ocuparse del resto del equipaje.
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