Capítulo 1604:

Leonel sintió una punzada de tristeza. Retrocedió, soltándola suavemente. «Cuida del bebé. Yo iré».

Alexis permaneció en silencio, esperando a que se marchara. Con una última mirada al bebé, Leonel se retiró.

El pasillo de la sala VIP estaba en silencio. Cada paso de sus zapatos de cuero le rechinaba. Al final, no pudo soportarlo. Al llegar a una parte desierta del pasillo, encendió un cigarrillo con manos temblorosas. Había dejado de fumar, pero a veces, en momentos de angustia, se daba el gusto.

Unas finas volutas de humo gris se elevaron y le nublaron la vista con lágrimas. En lugar de volver a la sala, se sumergió en su teléfono. En la pantalla parpadeaban noticias de última hora.

A las nueve de la mañana, el caos se había apoderado de Duefron. Entre los restos había un camión de transfusiones de sangre del centro de urgencias.

Los informes llegaban a raudales, mencionando víctimas, entre ellas Waylen, el ex director general del Grupo Fowler. El rostro de Leonel palideció mientras se desplazaba por las actualizaciones. «El ex director general está en estado crítico tras el accidente», murmuró. «Tiene sangre rara Rh negativa. El banco se está agotando. Pende de un hilo», se hicieron eco más titulares.

A Leonel se le cayó la colilla de los dedos. Marcó rápidamente y realizó una llamada. «Dr. Nguyen, soy Leonel. Estoy en el hospital Pinnacle… Sí, que me saquen sangre cuanto antes y me la envíen en silencio».

Terminó la llamada, mirando hacia la sala. En la sala de extracción de sangre, el Dr. Nguyen extrajo la sangre de Leonel personalmente. «Normalmente, tenemos suministros almacenados. Pero esta vez, es diferente».

Leonel lo sabía. Alexis había agotado sus reservas durante el parto. Ahora, Waylen necesitaba mucho. Sangre de color rojo oscuro fluyó en el tubo. Killian advirtió: «Lo estás forzando. Un poco más y…»

La sonrisa de Leonel era débil. «Extrae otros cien. Puede que no sea suficiente».

Al hablar, Leonel sacó un cigarrillo. Killian le apretó la mano y le susurró: «La enfermera traerá leche más tarde. Cuídate, y no deberías fumar en todo el día».

Leonel se limitó a sonreír. Al cabo de un rato, Killian guardó el plasma. Apresurado por Waylen, el hospital lo despachó. Leonel quiso acompañarlo, pero Marcus lo interrumpió con una llamada. Ignorándola, Leonel conocía el juego de Marcus.

Tres llamadas después, respondió a la cuarta, con voz helada: «Haz que Alexis me ruegue».

Marcus vaciló al otro lado. Luego, dio rienda suelta a su frustración: «Leonel, ¡piensa! Papá te ha apoyado durante años. Hiciste daño a mi hermana, pero ¿alguna vez te hizo algo? Aunque no lo diga, sé que sigues ocupando un lugar en su corazón. Aún se preocupa por ti, pero tú eres una desagradecida».

«No hay necesidad de mencionarlo. Si quieres mi sangre, Alexis tiene que rogármelo».

«¡Bastardo!»

Leonel colgó. Cuando Marcus volvió a llamar, lo ignoró. Minutos después, Alexis llamó. «Voy de camino a la empresa. Tengo algo urgente que tratar».

La voz de Alexis se tornó ansiosa. «Leonel, por favor…»

Leonel sugirió casualmente: «Encontrémonos en mi oficina».

Con eso, terminó la llamada y apagó su teléfono. Mientras tanto, Alexis miraba su teléfono en silencio. Finalmente, empezó a cambiarse e indicó al criado: «Estaré fuera un rato. Cuida del bebé, por favor».

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