Capítulo 1589:

Waylen asintió con la cabeza. «Tienes razón.»

No obstante, en un intento de levantarle el ánimo, la familia Fowler organizó una escapada a un complejo turístico. Elva y Olivia planearon el viaje, encargándose de todo, adeptas a alegrar a Alexis-una tarea que ejecutaron de forma encomiable.

Alexis se deleitó con un cóctel ligero de bajo contenido alcohólico. Cuando regresó al hotel, la invadió una sensación de comodidad y relajación. Reflexionando sobre el pasado, se dio cuenta de que había estado tensa durante los últimos años y no había experimentado tanta felicidad en mucho tiempo.

Olivia acompañó a Alexis hasta la puerta, con una actitud juguetona que hizo evidente al inclinar la cabeza. «Elva y yo estamos aquí al lado. No dudes en llamarnos si necesitas algo».

Aceptando el gesto, Alexis asintió en señal de gratitud. Olivia se acercó a Alexis y la envolvió en un cálido abrazo, colocando suavemente una mano sobre el vientre de Alexis, Olivia arrulló: «Pequeña, tú también lo estás haciendo muy bien».

Alexis no pudo evitar que el gesto de Olivia le pareciera tierno. Recordaba cómo Olivia, de niña, siempre iba detrás de ella y Edwin. Ahora, en un abrir y cerrar de ojos, Olivia se había convertido en una hermosa joven.

Con una tierna caricia en el pelo de Olivia, Alexis habló en voz baja: «Algún día te presentaré a alguien».

Al oír esto, Olivia intuyó que Alexis pretendía emparejarla con alguien. Rápida para intervenir, Olivia detuvo a Alexis y le dijo: «Aún soy joven. Quiero disfrutar de la vida un par de años más».

Acariciando cariñosamente la cabeza de Olivia, Alexis se burló: «¿Aún quieres jugar al campo a tu edad?».

Pero Alexis siempre había sentido un cariño especial por sus juniors, así que no dijo mucho y se limitó a entrar en la habitación. La puerta se cerró delante de Olivia.

Olivia se encontró incapaz de deshacerse del recuerdo de haber visto a Raphael hacía unos meses. Pensamientos de su época universitaria inundaron su mente, evocando sentimientos de nostalgia por los buenos momentos vividos.

Sin embargo, se limitó a rememorar aquellos días; nunca imaginó que Rafael reaparecería en su vida, y mucho menos que desempeñaría un papel importante en su futuro.

Al entrar en la suite, Alexis fue recibida por una habitación cuidadosamente decorada con sus flores favoritas, cada una cuidadosamente transportada desde el extranjero y todavía adornada con rocío fresco. Sonriendo, alargó la mano para coger una rosa e inhalar su delicada fragancia.

Bajó la cabeza y se fijó en la gran cantidad de regalos esparcidos por la sábana de seda blanca. Había más de 32 regalos en total.

Alexis no pudo evitar que sus ojos se llenaran de emoción. Treinta y dos regalos para treinta y dos años… Conocía a Leonel desde hacía treinta y dos años, y era evidente que esos regalos eran de él.

Durante tres décadas más dos, el número de regalos coincidía con los años. Parecía que Leonel celebraba cada año con un regalo.

Alexis se enfrentó a una serie de regalos, desenvolviéndolos uno tras otro: un reloj de diamantes por aquí, una joya por allá. Entre estos tesoros podía haber una simple nota, un susurro de amor, una caja que acunaba una sola hoja de arce.

El regalo más pesado se sentaba el último, sosteniendo un objeto redondo vidriado.

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