Capítulo 1548:

Quedaba un caramelo en la mano de Evelyn, y dudó en comérselo. En lugar de eso, lo puso en la mano de su madre y cerró suavemente los dedos en torno a él.

Después de un momento, susurró: «Uno para papá y otro para mamá. Daniel se quedará con mamá y yo con papá».

Leonel cerró los ojos brevemente. En su corazón, Alexis ocupaba un lugar especial, pero también Evelyn. No había querido dejar ir a Alexis, pero ante la súplica de Evelyn, tampoco podía negarse.

En el silencio de la sala, cada pequeño ruido destacaba, incluso el ligero movimiento de la nuez de Adán de Leonel al tragar nerviosamente. Se sentó junto a Evelyn y su mano encontró la de ella. A ella se le llenaron los ojos de lágrimas cuando lo miró.

Leonel la abrazó suavemente y se tomó un momento para serenarse antes de susurrar: «Tú también te quedarás con mamá».

Evelyn se recostó contra él, con sus sollozos amortiguados contra su hombro.

A pesar de que le habían infundido un litro de sangre, Alexis permaneció inconsciente hasta la mañana siguiente. Para entonces, Leonel había trasladado a Evelyn a una habitación cercana para que durmiera lo que tanto necesitaba. Aún dormía profundamente cuando Alexis se despertó.

A pesar de sentirse agotado por la donación de sangre, Leonel permaneció a su lado toda la noche. Temía que se despertara y no encontrara a nadie que la cuidara.

«Por fin te has levantado».

La voz de Leonel era áspera cuando alargó la mano para tocar la frente de Alexis, pero ella se apartó instintivamente, evitando su mirada. Su mano flotó torpemente un momento antes de retirarla.

Su tono era suave cuando sugirió: «¿Tienes hambre? ¿Qué tal un poco de sopa de pollo? Te sentará bien».

Alexis se quedó callada.

Leonel la observó en silencio un momento antes de levantarse a buscar la sopa. Le tembló la mano al servirla y algunas gotas cayeron sobre su piel sin que se diera cuenta. Las limpió lentamente, con voz apenas audible.

«Cuando estés mejor, me ocuparé de que vuelvas a Duefron. Evelyn y Daniel se quedarán contigo, y también me encargaré de que el equipo médico vuele a Duefron para los tratamientos de seguimiento de Evelyn.»

Perdida en sus pensamientos, Alexis escuchó en silencio.

Una lágrima resbaló por su mejilla. Leonel dejó el tazón de sopa en la mesilla de noche e intentó ayudarla a comer. Su tacto se prolongó y la abrazó con fuerza. Le susurró al oído: «Elegiste la muerte antes que quedarte a mi lado».

Leonel sintió dolor en el pecho. «No puedo soportar la idea de perderte así».

Alexis siguió llorando en silencio. Sabía que él había transigido, y eso le dejó el corazón encogido de pena. Se esforzó por hablar entre sollozos.

«¿Te quedarás con nuestro bebé? Por favor, prometo no interferir en tu vida. Sólo, por favor, quédate con nuestro hijo…»

Pero Alexis permaneció en silencio. Leonel decidió renunciar a más preguntas, optando en su lugar por darle a Alexis medio plato de sopa con una cuchara antes de colocar su teléfono con suavidad en la mesilla de noche, un recordatorio constante de su vigilia.

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