Capítulo 1450:

Alexis vestía de negro y los moratones aún marcaban su piel.

Sujetando un paraguas, contempló la foto de la lápida.

La imagen mostraba a una joven Calvin de unos veinte años, llena de vida.

Los años no habían embotado el recuerdo de Alexis del día en que había conocido a Calvin, con los ojos llenos de desesperación tras el trágico final de sus padres después de suicidarse.

Entonces, ella le tendió la mano y desde entonces se había convertido en el ángel de la guarda de Calvin.

Mientras Leonel estuvo ausente, ella y Calvin formaron un estrecho vínculo, como de familia. Hasta que un día, Leonel reapareció.

Pero ahora, Calvin descansaba plácidamente en el cementerio.

Alexis sacó una flor blanca de su blusa y la colocó ante la lápida. Tocó con ternura la foto de Calvin, cuyo rostro juvenil la miraba fijamente. Con voz ronca, murmuró: «Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que lo visité».

Tras sus palabras se hizo el silencio, salvo por la débil respiración a su espalda.

Aunque sabía que era Leonel, se negó a volverse. En lugar de eso, se quedó de pie, llorando la pérdida de Calvin.

Y entonces, bajo la lluvia, se enfrentaron.

Uno estaba protegido por un paraguas, el otro estaba empapado.

Un recuerdo golpeó a Leonel: un día lluvioso de su juventud. Alexis no tenía paraguas entonces, así que se había dejado caer el uniforme escolar sobre ella, abrazándola mientras caminaban.

Los transeúntes se habían quedado mirando.

Alexis se había sentido avergonzada, enfadada y preocupada por él. Le devolvió la chaqueta.

Pero ahora no quería compartir el paraguas.

Mirando a Leonel, Alexis habló fríamente. «Acabemos con esto, Leonel».

Su boca se movió pero no salió ninguna palabra. Sólo oía la lluvia.

Quiso decir algo, pero se quedó mudo.

Al pasar Alexis, las gotas de lluvia del paraguas salpicaron la cara de Leonel, cuyo corazón dio un vuelco.

En un arrebato de lucidez, Leonel le cogió la mano.

«¡De ninguna manera, Alexis! No me voy a divorciar de ti».

Alexis se detuvo, mirando los moretones en su muñeca, un doloroso recordatorio de la terrible experiencia de anoche con Leonel.

Parecía que él lo había olvidado convenientemente.

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