La segunda oportunidad en el amor
Capítulo 1449

Capítulo 1449:

Aturdido, Leonel miraba por la ventana.

Afuera lloviznaba, humedeciendo las ramas de los árboles.

En el dormitorio, la puerta crujió al abrirse, revelando el suave rostro de Evelyn.

La niña corrió hacia la cama, abrazando a Leonel. Evelyn era la viva imagen de Alexis.

Le revolvió suavemente el pelo y le preguntó: «¿Dónde está tu madre?».

«Fue a visitar a Calvin al cementerio», respondió Evelyn con dulzura.

De repente, su expresión se entristeció. Apoyada en el hombro de Leonel, susurró: «Mamá no me dejaba ir, pero yo también echo de menos a Calvin… Papá, ¿está en el cielo? ¿Volverá a verme?».

Al oír sus palabras, a Leonel le dolió el corazón.

Logró esbozar una sonrisa y la consoló diciéndole: «Sí, Calvin está en un lugar mejor ahora».

Al oír sus palabras, Evelyn lo abrazó con fuerza, casi llorando.

Leonel le acarició la espalda con suavidad, sin decir nada más. Al cabo de un rato, la niña pareció sentirse mejor y salió corriendo de la habitación.

Cuando se marchó, Leonel se quedó pensativo un rato antes de dirigirse al cuarto de baño.

En el espejo, su apuesto rostro parecía ajado, como el de un hombre derrotado.

En efecto, había sido derrotado por un hombre que ya ni siquiera estaba vivo.

A pesar de sus esfuerzos, Alexis seguía visitando la tumba de Calvin.

Mirando fijamente su reflejo, Leonel sonrió con amargura. De repente, dio un puñetazo al espejo, haciéndolo añicos.

La sangre manchó las grietas, pero no pareció sentir dolor.

Treinta minutos después, una elegante limusina negra entró en el cementerio sin apenas hacer ruido.

Cuando el coche se detuvo, el conductor intentó coger un paraguas para Leonel.

Pero éste le hizo un gesto con la mano, murmurando: «Espere aquí».

El conductor vaciló, mirando al cielo, pero decidió no hablar.

Mientras tanto, Leonel caminaba solo hacia el cementerio.

El camino estaba resbaladizo por la lluvia, que humedecía la hierba. Leonel no tardó en empaparse la ropa y las manos, pero no le dio importancia y avanzó con sus caros zapatos.

No tardó en divisar la lápida de Calvin y una figura de pie junto a ella.

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