Capítulo 1440:

«No, gracias. No, gracias. No bebí tanto esta noche», dijo Leonel en voz baja.

Justo cuando estaba a punto de irse, una voz de mujer llegó desde atrás. «Sr. Douglas».

Sabía exactamente a quién pertenecía la voz.

Leonel se volvió para mirar a Anika.

Su secretaria estaba visiblemente sorprendida, pero se recuperó rápidamente. Antes había visto la forma en que Anika miraba a Leonel en la habitación, y ahora estaba llamando a su jefe.

La secretaria de Leonel estaba muy familiarizada con este escenario, había visto esta trama un millón de veces.

Lo que no esperaba era que Leonel reconociera a Anika.

Un sentimiento de incomodidad surgió dentro de la secretaria, temiendo que Leonel cometiera un error. Le recordó en voz baja: «Sr. Douglas, ¿no va a recoger a su mujer y a sus hijos?».

Leonel bajó la mirada. «Sí, claro. Tengo que recoger a Alexis y a los niños».

Mientras hablaban, Anika se había acercado a Leonel. Lo miró con fingida culpabilidad y le dijo en voz baja: «Señor Douglas, lo que pasó anoche fue culpa mía. Por favor, perdóneme».

Leonel dijo fríamente: «No vuelvas a acercarte a mí».

Sin esperar respuesta, se marchó con su secretaria.

Anika lo vio marcharse, con una suave sonrisa en el rostro.

Después de todo lo ocurrido, Leonel no se vengó de ella ni la humilló. ¿Qué otra cosa podía significar sino que realmente sentía algo por ella?

Llevaba mucho tiempo en el círculo de hombres como él, y sabía un par de cosas sobre ellos. A pesar de su tensa relación con su mujer, el divorcio no era una opción cuando su identidad y su estatus. Había demasiado en juego.

Un hombre así necesitaba una mujer amable y menos ambiciosa que le consolara.

Una mujer que se preocupara por él, pero que también supiera cuál era su lugar…

Anika se echó el pelo largo hacia atrás y se volvió para mirar al espejo.

La mujer que había en él tenía el pelo largo y negro, la cara ovalada y una figura alta y esbelta. El rostro que le devolvía la mirada tenía un cierto parecido con Alexis.

Anika estaba dispuesta a ofrecer a Leonel algo que su mujer se negaba a dar.

Durante el mes siguiente, Alexis se había mantenido distante.

Nunca inició relaciones sexuales con Leonel. Algunos días actuaba como si él ni siquiera estuviera allí.

Incapaz de aguantar más, Leonel encontró una oportunidad para inmovilizarla y salirse con la suya. Fue una noche larga. A la mañana siguiente, Alexis tuvo que aplicarse crema analgésica en el cuerpo dolorido.

Se preguntaba distraídamente si los impulsos de Leonel eran demasiado intensos para su edad.

A finales de agosto, el tiempo había alcanzado su punto más caluroso.

Leonel estaba sentado en su despacho leyendo informes financieros.

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