La segunda oportunidad en el amor -
Capítulo 1372
Capítulo 1372:
Con voz ronca, Albert susurró: «Jessie, está claro que no te gusta. Por qué perder el tiempo con alguien a quien no quieres?».
Jessie se mordió el labio, replicando: «Que yo ame a alguien no es asunto tuyo. Sólo déjame ir».
Pero Albert no podía soltarla sin más.
Jessie se había esforzado por encontrar un novio y sentar la cabeza, pero Albert sabía que Axell no era el indicado para ella. Justo cuando Albert estaba a punto de ki*s Jessie impulsivamente, la puerta de la escalera crujió al abrirse.
La voz de Elsie interrumpió: «Señor Waston, la señorita Jeslyn está despierta y pregunta por usted».
Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendidos.
¿Qué había visto?
Ella había visto a Albert y Jessie, a centímetros de distancia, atrapados en un momento inesperado.
Elsie perdió totalmente la calma y ni siquiera podía hablar bien.
«Señor Waston, no pretendía pillaros».
Jessie empujó a Albert con fuerza, con ganas de salir corriendo, pero atrapada sin ningún lugar a donde ir. Albert se mantuvo firme, bloqueando su camino.
Su cara se sonrojó, pero Albert se mantuvo frío como una lechuga.
Le dijo a Elsie: «Ve a calmar a Jeslyn. Te alcanzaré en un segundo».
Elsie salió corriendo, claramente no quería ser parte de este drama.
Cuando Elsie se fue, se hizo el silencio. Albert bajó la mirada, con voz suave y rasposa. «Jeslyn me acompañó en mi viaje y se puso enferma.
Lleva días con fiebre y te echa mucho de menos. ¿Puedes visitarla?»
Jessie recordó lo vulnerable que parecía Jeslyn cuando tuvo que irse con Albert.
Jeslyn era como un cachorro sin hogar.
Jessie forcejeó en su interior pero Albert no le dio espacio para quejarse. Simplemente la agarró de la muñeca y la llevó afuera. Jessie se inquietó por si la veían: «¡Suéltame!».
Albert aflojó el agarre y la miró a los ojos. «¿Tienes miedo de tropezarte con Axell? Vamos, ¿aún te importa lo que piense?».
Jessie se mordisqueó el labio, replicando: «Te lo dije, no es asunto tuyo».
Aun así, pulsó el botón de la sala infantil.
En silencio, Albert se acercó.
¡Ding! El ascensor sonó. Albert la cogió suavemente del brazo, susurrándole: «Jessie, no me creo que ya no sientas nada por mí».
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