Capítulo 1366:

Fuera, Lettie se refrescó y le acercó a Albert un vaso de agua.

Él se inclinó y lo cogió con las dos manos. Su postura humilde solo hizo que Lettie volviera a burlarse. «No tiene por qué jugar a este juego, señor Waston. Es un poco espeluznante».

Albert se quedó sin habla.

A la luz, el rostro de Lettie se volvió más frío. Le dijo sin rodeos: «Veo que aún siente algo por Jessie, pero ella ha pasado página, señor Waston.

Hace siglos que no le gustas. Sí, la trataste bien y todo eso, incluso la mimaste un poco, pero no estábamos precisamente arruinados. Los Verdes estaban forrados entonces, y ahora estás nadando en efectivo.

Hay un montón de chicas jóvenes que se lanzarían a ti. No necesitas seguir persiguiendo a Jessie. Ahora tiene novio y le gusta».

Lettie suspiró y añadió con calma: «No voy a indagar en tus acciones pasadas. Pero como madre, ¡te pido que lo dejes estar!».

Esas palabras golpearon a Albert como una daga, dejándolo herido en lo más profundo.

Entendió totalmente de dónde venía Lettie. Y su corazón dolía por Jessie.

Debió haber sido muy duro estos últimos años.

Pero, ¿qué podía decir Albert? No podía contarle a Lettie que el novio de Jessie se acostaba con la hija del director del hospital y que tal vez al final no elegiría a Jessie.

Después de muchas idas y vueltas en su cabeza, Albert finalmente le dijo a Lettie: «Dejaré que Jessie se vaya. Pero si ella quiere volver, siempre estaré esperando».

No quería a nadie más que a Jessie.

Ya se había casado con otra y había decepcionado a Jessie. No quería hacerla pasar por esa desesperación otra vez.

Pero Lettie no creía nada de eso. Ella conocía la reputación de Albert como jugador. Pero eso no era lo que más le molestaba. Estaba enojada porque su hija había puesto su confianza en un tipo así.

Albert estaba listo para despegar.

No podía irrumpir en la habitación de Jessie, y Lettie no lo permitiría de todos modos.

Jessie sacó a Jeslyn. La pequeña acababa de despertarse, apoyando la cabeza en el hombro de Albert, con cara de pena.

En voz baja, Albert le dijo: «Te llevo a casa, cariño».

Jeslyn miró a Jessie, silenciosa, como un gatito triste.

Ignorándola lo mejor que pudo, Jessie fue a abrir la puerta.

Cuando Albert pasó junto a ella, le susurró: «No vuelvas aquí».

Albert se detuvo, mirándola. A Jeslyn le temblaron los labios, pero no dijo nada. Simplemente enterró su cara en el cuello de Albert, mirando fijamente a Jessie.

«Sólo vete», murmuró Jessie en voz baja.

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