Capítulo 1051:

Waylen pensó en reprender a su hijo, pero Rena le disuadió.

En voz baja, Rena razonó: «Está enfadado. Cuanto más presiones, más difícil será para Melissa. A menos que restituyas a Marcus como director general del Grupo Fowler y reanudes tus funciones».

Waylen se quedó sin palabras.

Rena le acarició el brazo y habló en voz baja.

«Se han criado en entornos distintos y necesitan tiempo para adaptarse al ritmo del otro. Como no es factible esperar que Melissa abandone su carrera, Marcus debe ceder. Si no lo hace, su relación no sobrevivirá. Waylen, tienen un hijo juntos. A pesar del enfado de Marcus, no pueden cortar los lazos».

Waylen, aún descontenta, preguntó: «¿Entonces por qué Marcus no rechazó a Violette cuando se le acercó?».

Rena lanzó una mirada a Waylen mientras respondía lentamente: «Para provocarme, solías rodearte de numerosas mujeres. En comparación, Marcus es más discreto con sus asuntos personales».

Waylen se sintió ansiosa. «Eso fue en el pasado. Además, no tuve relaciones íntimas con ninguna de ellas».

Rena se apoyó en su hombro y le tranquilizó: «Confío en ti».

Waylen le pasó los dedos por el pelo y suspiró.

«Cada uno de nuestros hijos es más problemático que el anterior. Sospecho que la relación de Alexis y Leonel ya no es tan fuerte como antes. Intenté preguntarles, pero se mantuvieron herméticos, y Evelyn no me dio información.»

Rena le dio unas palmaditas tranquilizadoras a Waylen.

Después de considerarlo, Waylen comentó: «En comparación con nuestra juventud, sus desacuerdos pueden parecer menores. Ya arreglarán las cosas por su cuenta».

Rena sonrió en respuesta.

Más tarde, esa misma noche, examinó detenidamente los documentos del estudio. Contenían información confidencial sobre el Grupo Watson, que ella había obtenido minuciosamente. Sin embargo, Waylen no lo sabía, y probablemente se sentiría celoso si lo descubriera.

El Grupo Watson se enfrentaba a desafíos. Un proyecto de la filial de Duefron requería financiación, pero el grupo estaba encontrando obstáculos.

Dejando a un lado los documentos, Rena cogió el teléfono y marcó un número.

«Alan, necesito pedirte un favor».

En los días siguientes, Melissa y Marcus no se encontraron ni se comunicaron.

Una semana después, volvió a nevar. Matthew se resfrió debido al exceso de juego y le subió la fiebre. Permaneció hospitalizado dos días, recibiendo tratamiento intravenoso. Su estado era grave, lo que le llevó a llamar a gritos a su padre, algo poco frecuente.

Aquella noche, el aire de la habitación privada del hospital estaba teñido del tenue aroma de la medicina.

Matthew había vuelto a tener fiebre y la enfermera le había administrado un goteo intravenoso. Melissa acunó a su hijo, tratando de consolarlo.

Vestido con una bata de hospital, Matthew se acurrucó en su abrazo, con los ojos llenos de lágrimas. «Mami, tengo muchas ganas de ver a papá», susurró en voz baja.

Melissa le acarició el pelo con cariño y le plantó un ki*s en la frente.

«Cuando te sientas mejor, te llevaré a casa de tus abuelos. Podrás pasar allí unos días con ellos», prometió.

En circunstancias normales, Mateo habría hecho caso sin rechistar.

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