La novia vendida al magnate -
Capítulo 66
Capítulo 66:
POV Sofía.
“Gael ¿Qué está pasando?”, pregunté preocupada.
Él se acercó a mí rápidamente, pero antes de hablar, hubo una explosión muy cerca, que incluso nos tiró al suelo. Mis ojos parpadearon lentamente y vi el fuego, los hombres que corrían, y algunos disparos que se escuchaban muy lejos de mí. El cuerpo de Gael se levantó tomando el mío, pero no escuché lo que les gritó a los hombres.
“Amor, debemos… tienen que salir de aquí, vendrá un helicóptero… vendrá en unos minutos”.
Pero antes de que pudiera decir algo, un hombre entró corriendo a la casa, con el rostro pálido.
“Jefe, Slim ha lanzado una ofensiva en contra de nosotros. Han rodeado la casa y están avanzando… los refuerzos están llegando, y el helicóptero estará en solo minutos… deben prepararse”.
Mis instintos se activaron de inmediato y mis labios temblaron.
“lan”.
“Los protegeré, a ti, a lan… a toda costa. ¿Dónde está lan?”.
“Lo buscaré… yo”, estaba un poco desorientada y tocando mi oído, lo sentí húmedo.
Gael dio unas instrucciones rápidas, y aunque quería moverme, estaba demasiado mareada.
“lan… tengo que buscarlo”, intenté llorar, pero Gael me sacudió.
“No… ya están buscándolo a él y a Lucia… solo unos minutos”.
Un estruendo peor al primero, sacudió la casa, y las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.
“¡Gael!”.
Los disparos comenzaron a sonar, eran demasiados y tuve que agacharme tapando mis oídos, pero cuando vi que Lucia y lan estaban llegando a nosotros, el alma me volvió al cuerpo. Tomé a mi bebé y comencé a besarlo con angustia, él se veía inquieto con los ojos abiertos y lo puse en mi pecho. Lucia se veía temblorosa, y la tomé de los hombros para tranquilizarla.
“Nos iremos todos juntos”, la miré con urgencia mientras ella asentía y tomaba a lan en brazos. Y en el momento en que Gael nos dio una señal para pasar a otra habitación, fue como si escuchara la voz de Diego por un parlante.
“Koch… o sales tú, y te asesino a ti solo, quedándome con tu mujer e hijo, o vuelo la casa con todos juntos, sin importarme que yo mismo esté en ella”.
Miré a Gael con los ojos muy abiertos, y luego negué ante la locura de este hombre.
“Gael… ¿Qué vamos a hacer?”. Y en sus ojos no vi miedo, sino una determinación increíble.
“Volaremos esta casa como él dice, pero solo cuando nos hayamos ido, y Diego Slim esté dentro.
El tiempo transcurría con una agonía insoportable, Estábamos atrapados en una casa que estaba siendo sitiada por hombres de Diego Slim, con lan en brazos y Lucia a mi lado.
La tensión en el ambiente era abrumadora, y mis pensamientos se centraban en Gael, quien estaba dispuesto a enfrentar a Slim para asegurarse de que escapáramos sanos y salvos.
Pero mis ojos también se abrieron de par en par ante la brutalidad de la elección que nos estaba imponiendo Diego. Miré a Gael, esperando desesperadamente que supiera cómo manejar esta situación imposible.
La audacia de su plan me dejó sin aliento cuando dijo que volaría esta casa.
Pero confiaba en Gael con mi vida, y si creía que esta era la única manera de mantenernos a salvo, lo seguiría sin dudarlo.
“Haz lo que tengas que hacer, Gael. Estamos contigo, yo solo quiero sacar a mi bebé de aquí”, dije, apretando a lan contra mi pecho y mirando a Lucía, quien asintió con determinación.
Sabía que ella estaba aterrada. Gael se acercó a mí, su mirada decidida, pero llena de preocupación, me decía muchas cosas.
“Saldremos de aquí, solo tienes que… seguir las instrucciones”, sus manos acariciaron mi rostro y luego nos sacó del lugar.
Gael nos guío a una habitación segura en la parte trasera de la casa, lejos de las ventanas que podían estallar en cualquier momento debido a los disparos.
A pesar de la amenaza inminente, trató de mantener la calma y nos dio instrucciones para mantenernos a salvo.
“Quédense aquí… yo voy a hacer lo que sea necesario para asegurarnos una salida segura. Pero si no regreso en unos minutos, toma el helicóptero, sal con los hombres que enviaré y vuela lejos de aquí. No dejes que te atrapen”.
“¿Qué?”, el aliento se me cortó.
“No… no… no… no me iré sin ti… ¡No!”.
Sus manos me sacudieron, él me quitó a lan de los brazos y se lo pasó a Lucia, y el bebé ya estaba muy inquieto.
“¡Mírame! ¡Saldrás de aquí!”, su voz era aguda, pero no lo quería entender.
“Lo prometo, vendré, haré lo posible, pero si no puedo… ¡Debes irte! Solo diez minutos… y te montas en el maldito helicóptero”.
“¡No!, sollocé con fuerza.
“¡Gael!”.
“Sofí””, su frente se acercó a la mía.
“Por favor, mi amor… ayúdame… por favor, por favor”.
“Escúchame tú”, mis lágrimas bajaron por las mejillas.
“Si no vienes, si no llegas… no nos iremos, ¿Me escuchas? ¡Tienes que venir! ¡Tienes!”.
Gael me besó en la boca, y luego restregó mis labios con sus dedos.
“Vendré”.
Él miró a Lucia y ella asintió con los ojos llenos de miedo, y yo volví a tomar a lan en mis brazos con fuerza, sintiendo el latido de su pequeño corazón contra el mío.
No podía evitar preocuparme por Gael, pero confiaba en su determinación y en su habilidad para enfrentar cualquier situación.
Gael se despidió con un beso apasionado y luego se fue, desapareciendo por un pasillo oscuro. Nos quedamos en silencio, escuchando los disparos y los gritos afuera, sin poder hacer más que rezar por su seguridad.
El tiempo pasaba lentamente, y la incertidumbre se apoderaba de nosotros. Los disparos se acercaban y se alejaban, y en cada uno de ellos mi corazón se encogía de temor. lan estaba inquieto en mis brazos, sintiendo la tensión en el ambiente.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, escuchamos el sonido ensordecedor de una explosión.
La casa tembló y las luces se apagaron, sumiéndonos en la oscuridad. Lucia y yo nos aferramos a lan, tratando de protegerlo.
“Señora”.
lan comenzó a llorar, y aunque las lágrimas bajaban sin piedad, lo acuné, y comencé a darle pecho.
“Tranquilo!”, susurré una canción para él, y con la mano libre, tomé a Lucia.
“Todo pasará rápido Luci…saldremos, Gael vendrá por nosotros”.
Había un silencio muy extraño, y luego volvió otra explosión peor que la primera.
Mis labios temblaron y trataba de comerme los sollozos porque estaba muerta de miedo, pero necesitaba que tanto lan como Lucia, estuvieran tranquilos.
Entonces, la puerta se derribó y cerré los ojos, y cuando alguien sacudió mis hombros, los abrí para observar a cuatro hombres con pasamontañas.
“¡Vamos! Tenemos que irnos, ¡ahora!”, gritó uno de ellos tomando mis brazos y aun cuando me levanté, negué.
“¿Dónde está Gael?”.
“Estas son sus órdenes… es hora de irnos”.
“No… no puedo irme sin él”.
“Señora… vamos, se encontrarán en el helicóptero, por favor”.
No podía parar de llorar, todo estaba oscuro, y las luces de sus rifles, y linternas, solo alumbraban los pedazos de casa, y el polvo que se levantaba.
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