La novia vendida al magnate -
Capítulo 65
Capítulo 65:
POV Sofía.
Gael se aferró a mí con la misma intensidad, sus labios buscaban los míos con hambre, sus manos exploraban mi espalda, como si quisiera asegurarse de que yo realmente estaba allí, de que no era un sueño.
El calor de su cuerpo contra el mío me hizo olvidar todo lo demás, el juicio, las amenazas, incluso las heridas del pasado.
Nuestro deseo era insaciable y no nos detuvimos hasta que estábamos completamente desnudos, entregándonos el uno al otro con pasión desenfrenada.
Nos habíamos extrañado tanto, y esa noche, nuestros cuerpos se reencontraron con una pasión ardiente.
Los g$midos y susurros llenaron la habitación mientras nos movíamos juntos, explorando cada centímetro de nuestra piel.
No había necesidad de palabras, nuestras miradas, nuestros toques, decían todo lo que necesitábamos expresar.
Había una conexión profunda entre nosotros, una conexión que ningún obstáculo podía romper.
Finalmente, cuando alcanzamos los c!imax juntos, sentí que todo el peso del mundo se desvanecía por un momento. Mi v!entre se apretó como nunca, y mis g$midos fueron más ahogados, muriendo en su boca.
Éramos solo nosotros dos, perdidos en el éxtasis, a la vez que estuchaba los sonidos de Gael en mi oído, que terminaron por enloquecerme.
Respiramos con agitación, pero la frente de Gael reposó en la mía y noté como su sonrisa se curvaba y me mataba al mismo tiempo.
“Te extrañe”.
“Y yo a ti”, besé la punta de su nariz.
“No sabía que vendrías”.
“No podía más, te necesitaba… te necesitaba más que nunca”.
Abracé su cuerpo desnudo mientras él se puso de lado, manejando mi cuerpo y acariciándolo de una forma en que todas mis fibras se erizaron.
“Incluso”.
Lo dijo muy lento mientras delineó mis labios.
“Aún te necesito”, y sin dejarme siquiera responder, él volvió a besarme con fuerza…
“Buenos días”.
Sonreí pegando mi rostro al suyo, Lucia había traído al bebé hace unas horas, y aproveché en darle de comer, para que se quedara dormido. Y aunque sentía un cansancio extremo, estaba feliz, Abracé a Gael con mi cuerpo, y le hice cosquillas con mi nariz en la suya.
“Buenos días, mi amor”.
“Wooow”, su expresión me hizo reír.
“No me decías así desde hace mil años”.
“Eres mi amor… de eso debes estar seguro”.
“En el caso de que no lo fuera, desearía morir”, abracé más su cuerpo, y aquí estaba de nuevo como todas mis células se volvían locas.
“Quiero una eternidad contigo Gael… ¿Es posible?”, su rostro se puso serio y me miró directamente a los ojos.
“Es posible, aquí”, su palma se posó en mis pechos desnudos y cerré los ojos ante el latido de mi corazón.
“Mírame Sofí… eres mi todo”.
“Y tú lo eres para mí”.
“Solo es cuestión de un tiempo más, y saldremos de México, nuestra vida será diferente, lo juro”. Mis ojos se agacharon y besé su mejilla.
“Extrañaré mi país, pero mi hogar siempre estará contigo y mi hijo”. Sus dedos delinearon mi rostro y besó mi cuello.
«Me enciende escuchar que soy tu hogar”, mis carcajadas se escucharon por todo el lugar y luego lo aparté de mi cuello.
“No podemos… Ian está aquí”.
“Es un bebé”.
“He leído que no es adecuado”.
“Esto es lo que no es adecuado”, y me apretó a él para sentir su dureza.
“Estás loco, Gael”.
“Por ti… ¿Y dónde quedó el mi amor?”.
Tomé su rostro con una sonrisa en la boca y lo besé, pero prontamente lan se despertó y comenzó a llorar.
“Bienvenido a la maternidad”, ambos nos levantamos y fue Gael quien tomó a lan en los brazos, pero por más de que lo arrulló, el bebé siguió llorando.
“Quiere comer”, le dije y Gael lo puso en mis brazos, mientras me dio besos cortos en el rostro, para luego reírnos, ante la expresión de lan, mirándolo como si fuese un intruso.
Los días posteriores pensé que Gael se iría, pero permaneció en la casa que era resguardada como si fuese el presidente, mientras a veces se alejaba para recibir una que otra llamada que a veces lo ponía tenso, Cristian venía de forma rutinaria y se encerraban en un estudio, y luego de eso, Gael volvía a la normalidad.
“Abuela”, mis ojos se llenaron de lágrimas, mientras veía su carita en la pantalla grande, moví a lan hacía ella y sus manos se pusieron en su rostro.
“Mi bebé… qué preciosura”.
“Es hermoso ¿Verdad?”.
“¿Tiene un mes ya?”.
“Si abuela”.
“Es perfecto, Sofí, perfecto y no hayo el día que estén aquí”. Miré a la pantalla e hice un puchero.
“Gael dice que pronto”.
“¿Dónde está él?”.
“Hoy salió desde la mañana. ¿Has visto las noticias?”. La abuela Helena asintió. Tenía otro semblante, mucha más fresca, menos cargada.
“Todas ellas y me alegra mucho. Solo espero que no falten muchos días… ¿Qué espera Gael?”.
Aunque no lo hablaba con él de ese tema, lo sabía todo.
“Diego Slim”, la abuela tomó un suspiro.
“Espero que todo salga bien”. Asentí.
“Gael no quiere sombras”.
“Lo entiendo a la perfección. Tiene un tesoro que cuidar, ustedes son lo más importante para él”.
“Tú eres parte de nosotros, abuela, y ansiamos reencontrarnos contigo”.
Vi cómo ella se compungió un poco, y asintió.
“Y yo los espero con ansias también”.
Le mostré a lan de nuevo, ella le habló por largo rato y luego finalizamos la llamada. Tomé un baño aprovechando que el bebé tomó su siesta y luego les pedí a los cocineros hacer algo especial para esta noche, ya que Gael me había confirmado que venía.
Me puse un vestido suelto, y me maquillé un poco, decoré la mesa, y le dije a Lucia que se encargara de lan, para tener una cena con Gael y cuando estaba encendiendo las velas en el comedor, los chillidos de las llantas, de varios autos, me hicieron arrugar el ceño.
Me apresuré air a la puerta, pero noté que Gael salía de un auto y hablaba muy rápido a sus hombres.
“Envíen más refuerzos… todo debe estar rodeado”, su rostro cargaba preocupación, y retrocedí algunos pasos cuando él se giró. Las luces de los autos que nos rodeaban parpadeaban y la tensión en el aire era palpable.
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