La novia vendida al magnate -
Capítulo 53
Capítulo 53:
POV Sofía.
“Sofía… ¿Tú aquí?”, dijo en voz baja, como si no quisiera que nadie más escuchara.
Mi ceño se arrugó, mantuve mi compostura y masajeé mi barriga.
“¿Perdiste el vuelo?”.
“¿Qué haces aquí?”.
Miré la computadora.
“No podía dormir, y vine a ver mi curso, he dejado los estudios a medias, después del parto, quiero colocarme al día”.
Su ceño dejó de fruncirse tanto, y luego soltó el aire.
“Entiendo… hay unas cosas que olvidé..”., lo vi caminar a ese instante y aparté la mirada, tecleando como si estuviera realmente en algo.
Él sacó de allí unas carpetas y me miró, pero no alcé la vista.
“Te ves hermosa”.
Levanté la mirada y sonreí.
El corazón estaba en mi garganta y tuve que apretar la mano para amortiguar.
“Gracias… tú también estás muy guapo”.
Él se vino de inmediato, tomando mi rostro y agachándose y me besó con fuerza.
No me acostumbraba a su boca, ni mucho menos a su forma, pero le seguí el juego.
“Creo que estoy más ansioso que tú de la llegada del bebé”.
Me hice la tonta sonrojada y tomé su rostro.
“También yo…, ahora vete, se te hará tarde, y quiero que vuelvas pronto”.
El hombre asintió besando mis mejillas y luego apuntó al computador.
“No gastes el tiempo, yo puedo buscar algo mejor para ti… y otra cosa, en estos dos días que estaré fuera, un hombre de seguridad estará fijo para ti”.
Mi ceño se frunció.
“¿Por qué razón?”.
“He tenido varias alertas… creo que alguien me está merodeando por demás”.
Pasé un trago rudo.
“¿De verdad?”.
Él asintió sin quitarme la mirada, como si me escudriñara.
“Quiero que estemos en la misma página. Si llegaras a saber algo o alguien se acercara a ti con información comprometedora, debes decírmelo de inmediato. No puedo permitir que nada amenace lo que tenemos juntos.
Solté el aire y negué.
“Por supuesto”.
“Perfecto… adiós mi casi esposa”.
“Adiós”.
Él sonrió saliendo del despacho y cuando la puerta se cerró, mi sonrisa se borró enseguida.
Podía sentir las gotas en mi espalda, y masajeé mi barriga de nuevo.
En ese momento, supe que debía ser más cautelosa que nunca. Mucho más.
Y de vuelta al estante, solté el aire, al saber que esas carpetas estaban allí de nuevo.
Hice copias de todas ellas y las volvía a guardar, subí a mi habitación y guardé todas las copias en unos de mis bolsos.
[Tengo las copias, como te las hago llegar].
[Te duele el v!entre bajo, consulta mañana al médico, me meteré en su consultorio]
Solté el aire y pasé un trago.
Respondí un: [Ok], y luego apagué la luz mirando al techo.
Una semana.
Una semana y sería legalmente la esposa de Diego Slim, y quizás, comenzaría la etapa más dura de toda mi vida.
Dándome la media vuelta acaricié mi barriga, sequé una lágrima en mi rostro y cerré los ojos.
“Nunca voy a dejar de amarte… nunca Gael”.
“Espero que no sea nada… solo tengo algunas punzadas extrañas… voy con el chofer, y el hombre que pusiste para mí, va detrás en otro auto”.
“Bien… ¿Me llamarás en cuanto salgas de la consulta?”.
“Por supuesto”.
“Espero que no sea nada… en unos días, estaremos en nuestra boda”.
Apreté mis dientes, era evidente que Diego estaba más preocupado y centrado en la boda.
“No pasa nada, es normal en el embarazo, y debo ser diligente… regresaré pronto, porque mi panza no me deja mucho”.
Diego se rio, y luego dijo.
“Si supieras lo hermosa que te ves así”, hice un silencio y luego agradecí.
“Gracias”.
Llegué a la clínica con los nervios en mis poros. Había utilizado un bolso grande, y esperar fue una tortura. Este hombre que puso Diego para mí, parecía entregado a su trabajo, y cuando me levanté cuando fui llamada, lo miré directamente.
“Espera aquí… iré sola”.
“¿Segura?”.
“Por supuesto”. Entré sin más, y noté la cara del médico.
“Señorita Sofía”, pero de inmediato, Cristian, junto a dos hombres más, salieron de la sala privada.
“Hola”.
“Hola”, saqué los documentos y los entregué rápidamente mirando a la puerta.
“No hables muy fuerte, estoy segura de que está pegado a la puerta”.
A Cristian no pareció importarle, solo miraba los papeles rápidamente y asintió.
“Perfecto”, me miró directamente.
“Estaré presente el día de la boda”.
“¿Qué?”.
“Confía en mí”.
“Pero… ni siquiera estás dentro de los invitados”.
“No dije que formalmente… ya sabrás cuando llegue”.
“¿Escaparé ese día?”.
“No Sofí… solo unas semanas más… tu firma será necesaria para varias cosas de Slim… y por supuesto, también que lo involucres en unas situaciones”.
Apreté mis dientes.
“Estoy por dar a luz”.
“Lo sé… seré rápido”.
“Por favor”.
Cristian miró al médico y luego a uno de sus hombres, que fue rápidamente a susurrarle algo al doctor en su oído, y este asintió.
“Tengo un plan para cuando des a luz, pero por ahora no te centres en eso”.
Antes de que Cristian se fuera, tomé su brazo.
“Tienes que saber que hago todo esto, por el bien de mi bebé, y por Gael… así que es lo único que me importa.
“No te preocupes… cumpliré todo… y tú estarás pronto con la abuela”.
Asentí, y luego los vi esconderse de nuevo. Esperé por un momento para salir, y vi cómo aquel hombre se puso alerta.
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