Capítulo 50:

POV Sofía

Caminé al jardín y luego me fui a la cocina donde había una mujer preparando el desayuno y él, sentado en la punta de la mesa, mientras me miraba fijamente

Mi pecho estaba demasiado agitado.

“Buenos días, cariño… ¿Cómo amanecen tú y el bebé…?”.

“Tengo que salir… y estoy haciendo una llamada a la abuela y esto no tiene red… ¿Sabes qué sucede?”.

Diego miró a su empleada, y ella se retiró del lugar de inmediato.

“No hay red en la mansión por ahora”, lo dijo tranquilamente, mientras yo casi me volvía loca.

“Bien, entonces debo salir”.

Él tomó el vaso de jugo, lo bebió y luego se limpió con la servilleta, para levantarse.

“Mi Sofí… sí necesitas ver al médico, mandaré a traer todo aquí”.

“¿De qué estás hablando? ¿Qué es esto? ¡Quiera irme!”.

Diego caminó hacia mí, y luego sujetó mi brazo.

“No mi amor… no saldrás. a menos que sea conmigo y ahora”, el restregó su dedo en mis labios y me eché para atrás.

“Tengo trabajo ¿Me esperas?”.

Me solté de su agarre totalmente enojada.

“¡No…! Ni siquiera sé por qué estás haciendo esto… ¡Diego! ¿Qué tratas de hacer?”, yo ya estaba gritando y solo con eso él se giró.

“No saldrás de aquí, Sofía… no sin mi compañía, y así será hasta que dejes de mentirme”.

Lo miré con horror, pero Diego fue demasiado rápido, cerró la puerta de la mansión, mientras mi cuerpo se estremeció con el golpe.

Mis labios temblaron mucho, y solo corrí a mi bolso para sacar el teléfono de nuevo e intentar llamar. Las lágrimas cayeron sin piedad por mi cara y luego subí de nuevo a mi habitación, para encender ese teléfono que esa mujer me había dado.

Estaba un poco lenta y mis movimientos eran torpes. Sin embargo, este móvil cuando se encendió no tenía el mismo problema que el mío, había solo un contacto allí y no me detuve en llamar, Los tonos sonaron, y limpié mis lágrimas cuando escuché a la mujer”.

“Sofía”.

“Hola”, ni siquiera sabía su nombre.

“Yo… estoy atrapada en la casa de Diego, debo salir de aquí… él”.

Hubo un silencio extraño.

“Puedo imaginarme, no he podido contactarme con el conductor… creo que ya no está”.

“¿Qué? ¿Qué quiere decir con que ya no está?”.

“Sofía ¿Puedes llegar al menos a la entrada de la mansión? Y eso en una hora, al menos”.

Asentí.

“Haré todo lo posible”.

“Bien… ten cuidado… estás embarazada”.

La llamada culminó y me quedé mirando la pantalla, el número no salía, solo decía restringido, pero como era el único contacto guardado como cita y podía marcarlo.

Me senté en la cama tratando de procesar la situación, y luego recordé ese mismo día en que mi padre había muerto y yo escapaba de aquella mujer que me había vendido a Don Rafael.

Era en parte mi culpa, pero no podía echarme a llorar, ya tenía suficiente como para lamentarme y levantándome, volví a secarme las lágrimas y me quité el bolso y dejé mi teléfono en la mesilla, entonces tomé el otro guardándolo en mi ropa.

La hora se me hizo eterna, me hice la tonta caminando por los jardines y pude ver que había hombres en la mansión de Diego mirándome discretamente todo el tiempo.

Entonces, cuando llegué a las rejas, solo dije.

“Voy a andar por el camino de arbustos… ¿Pueden abrir la reja?”.

Los guardias se miraron y uno negó.

“Lo siento… no está autorizada para salir”.

“¿Qué? Necesito caminar, ni siquiera llevo nada en mis manos”.

“Señorita”, él otro estaba por decir algo, pero de pronto una camioneta vino con gran velocidad, dio unos disparos secos con silenciador y varios hombres salieron de ella, para tomarme del brazo.

“¡Entra!”.

No lo dudé en ningún momento, la única persona que sabía que estaría aquí en la entrada era esa mujer y esto debía ser parte de esto.

Tenía que arriesgarme, aunque ni siquiera sabía que iba a encontrarme.

La camioneta en la que me subí, arrancó a toda velocidad, haciendo que mi corazón latiera con fuerza en mi pecho. No podía evitar sentir miedo, pero al mismo tiempo, una chispa de esperanza se encendió en mi interior. Esta era mi oportunidad de escapar de la casa de Diego, de esta situación opresiva en la que me encontraba.

Solo noté como aquellos hombres cayeron al piso, y no pude evitar sentirme culpable, de hecho, tampoco vi al chofer de Diego, y solo recordé que la mujer me dijo que ya no estaba.

¿Era Diego capaz de matarlo?

Los hombres que me rodeaban parecían estar bien organizados, como si hubieran planeado esta operación cuidadosamente.

“¿A dónde vamos? ¿Ustedes están con ella?”, pregunté con voz temblorosa.

“No es seguro hablar aquí. mantenga la calma”. Asentí, sintiendo que no tenía otra opción más que confiar en ellos. La camioneta continuó su camino a toda velocidad por carreteras secundarias, alejándonos cada vez más de la mansión de Diego. Mi mente estaba llena de preguntas.

Después de un tiempo que pareció una eternidad, la camioneta se detuvo en un lugar remoto, lleno de mucha vegetación, y que tenía un camino elaborado naturalmente, muy lejos de la ciudad. Los hombres me hicieron bajar teniendo cuidado, y de inmediato, vi cómo aquella mujer salió de una pequeña cabaña en medio del bosque.

“Sofía”.

“Hola”, me temblaba la voz.

Ella bajó la mirada hacia mí.

“¿Estás bien?”, asentí.

“Bien, vamos a entrar”. Caminé con la respiración entre cortada, con cuidado, mirando el suelo, y luego ella me abrió la puerta.

“Entra”. Entré en el lugar que parecía algo húmedo y me estremecí con fuerza cuando lo vi allí de pie. Incluso la respiración se me fue.

“¿Que?”. Su mandíbula estaba bastante tensa e incluso es como si Gael estuviese en él.

“Sofía”. Apreté mi boca.

“Pensé por un momento que…”.

“¿Guardas la esperanza con mi hermano?”, las lágrimas cayeron por mis mejillas y sollocé.

“Si…”. Cristian vino hacia mí tomándome de los brazos, y me llevó a un sofá cerca.

“La desaparición de esa ambulancia es un misterio aún… Diego te está mintiendo”. Alcé la mirada hacia él.

“¿Qué?”.

“Sofía… Rafael Bailléres, mi padre también, es íntimo amigo de Slim”. Negué varias veces

“No… él… hay noticias, Diego ha estado trabajando para hundirlo… también… también me está ayudando con el caso de las cosas de Gael y Camila”.

“No, no… ¡Mírame!”, él alzó la voz para captar mi atención.

“Eso nunca sucedió, todas esas noticias eran falsas, Slim nunca tuvo la intensión de hundirlo, solo vio una oportunidad de tener a una mujer con la que se obsesionó”.

“Por favor, no”.

“Él es aliado de mi padre, estoy convencido de que el accidente de mi hermano fue propiciado por él”. Temblaba como una hoja.

“Debo irme… yo iba a llamarte y a la abuela”.

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