Capítulo 37:

POV Sofía.

“Esto es para usted, señor”.

Gael tomó el sobre, y su ceño se frunció viendo el remitente. Vi como sus dedos destaparon el sobre y desdobló una hoja.

No sabía que estaba leyendo, pero en su rostro noté como sus expresiones cambiaron, e incluso su ánimo.

“¿Está todo bien?”, él me miró por un momento y luego arrugó el papel con fuerza.

“¿Qué pasa?”.

“Es una citación de la corte… requieren mi presencia mañana a primera hora”.

Mis ojos se abrieron un poco.

“¿Cuál es la razón?”.

“Derogación”, mi ceño se profundizó.

“Gael”.

“Quiere decir que quieren desestimar el acto legal cuando solicité el divorcio porque mi esposa, en ese entonces, tenía muerte cerebral”.

Mis entrañas se retorcieron un poco, y pasé un trago acercándome.

“No te preocupes… se supone que todo es legal”.

Pero Gael no se inmutó.

“¿Gael?” parecía perdido en sus pensamientos. Pero yo misma había sentido que este silencio no fue en vano. Estas mujeres estaban planeando algo, y aquí se estaba asomando mis dudas.

“Sofí… debo llamar a mis abogados, necesito entender por qué hay una apelación”.

Asentí ocultando el vacío que había en mi pecho y apreté su mano.

“No te preocupes mucho, todo saldrá bien”, Gael besó mi mano y luego mi boca.

“Por supuesto”, en ese momento la abuela salió con una mirada intrigante que me hizo sonreír.

“Díganme ya… ¿Qué se%o es?”.

Me reí un poco ante su emoción, y fui a abrazarla con fuerza.

Helena significaba para mí más que la abuela de Gael. Ella había sido muy dulce conmigo, y un apoyo increíble.

“Es un niño”, susurré, y ella me separó de golpe para mirarme con los ojos nublados.

“No lo puedo creer”, ella besó mis mejillas y luego abrazó a Gael.

“Espero que tenga vida para poder ver a mi pequeño”.

“Por supuesto que lo harás”, le aseguré, y en el instante, Gael recibió una llamada que lo hizo apartarse, mientras entré con la abuela a la casa.

“Tenemos que celebrarlo por lo alto”.

“No”, tomé su mano.

“No es el momento… hay una citación de tribunales para Gael, por lo de Camila”.

La sonrisa de la abuela se borró y miró afuera.

“Quisiera tanto que dejara las cosas como están… y salir de esta situación que lo ha tenido ahogado por años”.

“Gael me dijo que le diera dos meses”.

La abuela parece que no apreció nada.

“Yo quisiera que salieran ahora mismo… no sé, pero esas mujeres son un peligro, aún más la Laura, ella es ambiciosa… y no quiero que te hagan nada mi niña..”.

Sonreí a la abuela.

“Gracias… eres maravillosa”.

Gael entró a la casa, y ambas nos giramos.

“Amor… voy a reunirme con los abogados… quizás”.

“No te preocupes”.

La abuela se levantó.

“Quiero invitar a Sofí a una tienda… vamos a comprar ropa para mi bebé”.

Tenía una sonrisa en la boca que no me la quitaba nadie, así que asentí hacia Gael para tranquilizarlo.

“Me encantaría”, él lo dudó por un momento.

“Les ordenaré un chofer, y unos hombres de seguridad para que las acompañen”.

La abuela asintió y luego lo acompañé a la salida, así que cuando estuvimos solos, él me miró y besó mi boca.

“Te amo, Sofí”, parpadeé ante lo repentino, pero luego lo vi subir al auto y despedirse con la mano.

La palabra retumbaba todo el tiempo en mi cabeza, y aunque nunca lo esperé de esta forma, eso me hizo saber que no importaba que pudiera venir a nuestras vidas de ahora en adelante, Gael era el hombre que amaba con mis fuerzas, y yo, era el amor de su vida ahora.

“Todo es bellísimo”, me giré para mostrarle un conjunto blanco preciosísimo a Helena, mientras ella tenía otros tres en su mano. Ya eran casi las cinco de la tarde.

“Me quiero llevar la tienda”, sonreí, y era indescriptible explicar que la ropa incluso me hiciera sentir a mi bebé en los brazos.

Hicimos las compras, y luego fuimos a una cafetería en el mismo centro comercial. La abuela me estaba comentando del lugar donde viviríamos en E$tado Unidos, y como había unas tiendas específicas, cuando vi que su rostro se alzó ante la llegada de alguien.

No sé por qué me estremecí al ver a esa mujer delante de nosotras, pero tomó una silla y se sentó como si fuese nuestra mejor amiga.

“¿Qué haces aquí, Camila?”.

Miré detrás de su espalda cuando la abuela preguntó, los guardias se pusieron alertas, pero bajé la mirada a ella cuando me miró con detalle. Como si tratara de buscar algo. Luego llevó su mirada a las bolsas.

“¿Ropa de bebé?”, me puse tensa, pero no dije una sola palabra.

“lremos a un baby shower”, Helena se adelantó y ella sonrió y luego volvió la mirada a mí.

“¿Ya sabes la noticia?” intenté levantarme, y Helena me siguió, pero la mujer tomó mi brazo, e incluso lo arañó cuando intenté quitarme.

De un segundo a otro los guardias intervinieron, y vi a Camila alzando las manos.

“Sofía… tú serás siempre la amante de mi esposo, porque yo nunca me divorciaré de él, ¿Me escuchas? ¿Crees que te ama? Ese hombre nunca ha dejado de amarme, y nunca lo hará… Él siempre será mío”.

Helena tomó mi brazo halándome para que me fuera con ella, pero sentía la sangre hervir, así que la enfrenté.

“¿Cree que usted me da miedo? No tiene ni idea, señora… ¡Y me vale mil cuadras, si usted piensa que Gael me ama o no! Incluso si soy la amante de por vida, míreme… noté mi rostro”, sonreí para ella mientras sus ojos se abrieron un poco incrédulos.

“¿Cree que lo atrae con lo que está haciendo? Usted no es nada inteligente …no lo es”.

“Sofí… vamos”, Helena volvió a llamarme y le di la última mirada a Camila cuando me giré, sin embargo, ella lo gritó.

“Nunca dejaré a Gael… ¡Nunca!”.

La piel se me erizó en ese instante, pero ya los guardias nos estaban sacando del lugar. Nos metimos al auto y tenía el corazón acelerado. Puse la mano en mi v!entre y cerré los ojos.

“Cariño, no debiste enfrentarla, Gael sabe cómo manejarla… y no quisiera que ella se enterara del bebé”.

Negué varias veces.

“Estoy segura de que lo sabe… ella me miró mucho… miró mi v!entre… es notable ya”

“Sofí… ¿Por qué no te vas conmigo esta semana a E$tados Unidos? Gael puede resolver… yo solo quiero que estés bien, y no me da buena espina que ella haya llegado justo donde estábamos”.

Entendía el punto. Pero, ¿Cómo podía dejar a Gael aquí? Solo.

“No podemos dejarlo, abuela”.

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