Capítulo 36:

POV Gael.

“Quise salir detrás de ella… lo juro, yo siempre respeté mucho a tu madre… pero tu papá me frenó, y siguió amenazándome. Dijo que…”.

Me giré de golpe.

“¿Qué dijo?”.

“Él dijo que te diría que me había acostado con él, pero Gael… eso no es cierto… era una bailarina, no me acostaba con los hombres. Yo tuve mucho miedo, estaba en pánico… solo quería que me sacaras de sus garras”.

“¿Qué te pidió a cambio?”, la pregunta fue certera y Camila bajó el rostro.

“Que citara a tu madre en un lugar”, ella estuvo en silencio un momento, y luego se puso de pie.

“Pero no lo iba a hacer… lo juro… le dije a tu padre que lo haría, pero busqué a tu madre… tenía que decirle lo que tu padre iba a hacerle… él quería eliminarla antes de que tú llegaras… créeme por favor”.

Mis puños se apretaron por la ira que se acumuló en mi interior, mientras mi respiración era errática.

Yo ya sabía que mi padre quería quitar de en medio a mi madre. Sabía perfectamente que en muchas oportunidades lo quiso hacer, porque él se quedaría con parte de su patrimonio, y con ella no podía hacer todas sus porquerías.

Y si mi plan no funcionaba, de igual forma lo iba a matar con mis propias manos.

“¿Por qué estabas en el mismo auto de mi madre?”.

“Le advertí… ella se puso como loca cuando la fui a buscar y tuve que subirme a su mismo auto… lo que no sabía es que ya tu padre había preparado de ante mano ese accidente, y que yo era parte de su plan también… estábamos discutiendo en el auto… yo sabía que estaba embarazada, se lo dije a ella… le dije que te amaba que no creyera en Don Rafael”.

“Ya basta”.

“Gael… tienes que creerme… tu madre se tranquilizó, ella lo entendió, pero en ese momento que me abrazó, una camioneta nos embistió”.

Quería destruir el mundo. Yo había jurado proteger a mi madre y no pude hacerlo, no pude llegar a tiempo, ni siquiera para salvar a mi hijo.

Miré a Camila mientras sentí cómo me ardían los ojos, y ella terminó por acortar nuestra distancia.

“Mírame… mi madre siempre quiso sacar partido de nuestro matrimonio, pero sabes que yo era genuina… no soy como ellas… no soy como tu padre… por favor créeme”, ella dio otro paso más, y tomó mi rostro.

“Yo te amo Gael, eres y serás siempre el amor de mi vida… lo juro… no merezco tu amor”, dijo ella con lágrimas en los ojos.

“Yo arruiné todo, Gael. Mi cobardía, mis mentiras, mi participación en todo esto. No merezco tu perdón, pero necesitaba que supieras la verdad”.

Y tenía una mezcla de todo dentro de mí.

Tomé sus manos rápidamente y las quité de mi rostro.

“No te creo nada, Camila… nada en lo absoluto”.

Ella abrió los ojos impactados, y luego negó.

“¿No vas a ayudarme? Aquí estoy jugando muchas cosas, Gael… y tú… ¿Me dejarás a la deriva?”.

“Lo haré… así como tú hiciste conmigo… y me dejaste viviendo un infierno”.

La eché para atrás apartándola de mí y la miré con desprecio.

“Adiós, Camila”.

Estaba dando un paso hacia la salida, cuando ella cambió incluso de tono.

“Nunca escuchaste mi condición”.

“Y no hace falta”, le dije girándome por un momento.

“Pensé que entrarías en razón… pero sigues mintiendo”.

“Gael… si te vas… atente a las consecuencias”.

“¿Estás amenazándome? ¿A mí?”

“¿Crees que no sé de legalidades? Nuestro divorcio no existe ahora que estoy de vuelta… tú eres mi esposo, y puedo hacer muchas cosas”.

Tuve que reírme de ella.

“Inténtalo”.

“Lo haré créeme… porque si yo no soy feliz… tú tampoco lo serás”.

Mi rostro se puso tenso, pero no me moví.

La apunté con un dedo, y luego lo dije.

“Prefiero vivir mil infiernos, que volver a una vida contigo… quédate con eso”.

No me detuve a ver su expresión, me quedaba claro que ella no haría nada en absoluto, para decirme la verdad y después de esas amenazas, necesitaba proteger a Sofí como nunca.

POV Sofía.

“Es un niño”, el corazón me latió en la garganta y algo en mí se estremeció como nunca.

No me dio tiempo de ver las expresiones de Gael, ahora mismo tenía una mezcla de emociones que me invadían con fuerza.  Entre el latido que se escuchaba en esa máquina y las imágenes de mi bebé de cuatro meses, me tenían al borde del llanto, y el descontrol.

“¿Todo está bien?” escuché la pregunta de Gael hacia el médico que le sonrió y asintió.

“Todo perfecto… está formado… aunque se vea pequeño … este reposo la ayudó mucho, y aquí tenemos un bebé sano… ¡Felicidades!”.

Limpié mis lágrimas con una sonrisa y luego miré a Gael que pasaba los tragos.

El médico nos dio una lista de instrucciones y complementos que debía seguir tomando, y cuando estuvimos en el auto, solo pude sentir los brazos de Gael alrededor de mi cuerpo.

“Mi abuela va a sufrir un infarto… como el que acabo de tener allí dentro”, enrollé mis brazos en él, besé su cuello y sonreí.

Habíamos pasado un mes difícil. Lo que me había contado Gael de Camila tenía muchos puntos de quiebre, y él se había puesto en contacto con sus abogados y algunos contactos para seguir el propósito de la investigación. No podía negar que había una tensión extraña ante el silencio de pronto de Don Rafael y la exesposa de Gael.

Por un momento fue como si se hubiesen esfumado, pero esa advertencia que ella le lanzó, me tenía inquieta.

“Sofí”, él me apartó un poco y me tomó del rostro sacándome de mis pensamientos.

“Dame dos meses… en dos meses, cerraré algunas cosas aquí, y nos iremos a los E$tados Unidos”.

Abrí mi boca un poco.

“¿Definitivamente?”.

Él asintió.

“Si, de forma definitiva… la abuela se irá con nosotros, y dejaré personas encargadas de las empresas”.

“Yo puedo ayudarte en estos dos meses”. Vi la duda en su cara.

“¿No estás de acuerdo?”, él negó.

“Quiero que te centres en estudiar, no quiero que cargues con mucho estrés… en E$tados Unidos puedes trabajar cómodamente en otro de mis edificios, pero aquí”.

“¿Crees que pueda pasarme algo?”, el auto estaba andando cuando él me observó con seriedad.

“Solo sé que no quiero que al menos te miren, mi amor”.

Tomé sus mejillas y negué.

“No pasará nada… estoy de acuerdo contigo. Ahora… ¿Tu abuela se irá con nosotros? No podemos dejarla sola aquí”.

Él sonrió acariciando mi mejilla.

“Por supuesto… gracias por pensar en ella”.

Estábamos llegando a la mansión. Gael me ayudó a salir del auto, cuando un mensajero, que entregaba

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar