La novia vendida al magnate
Capítulo 17

Capítulo 17:

POV Sofía.

“Te gustan las cosas tranquilas”.

“Corrección… lo tranquilo no es mi estilo”.

Los vellos de mi cuerpo se erizaron por completo, pero apreté mi boca para disimular.

“Ammm te gusta, una cena… una buena comida y”.

Su carcajada se extendió por todo el lugar, y por mis nervios también.

“Cuando digo celebrar, no me refería a una cena… ¿Te has olvidado que tengo sangre latina también en mis venas?”.

Pasé un trago grueso y negué.

“No me imagino al gran Gael Koch, en un karaoke”.

“A ver Sofía… ¿Qué quieres? Dime y haremos lo que desees esta noche”.

Realmente quería salir, así que mi sonrisa maquiavélica se frunció un poco, y luego lo miré.

“Sorpréndeme, esposo”.

Esas últimas palabras fueron quizás mi condena. Gael me pidió que estuviera lista a las ocho, y estaba haciendo todo de mí para que mi cita no fracasara.

Después de nuestra conversación pasada de tono, Gael se ausentó durante el día, conversé un poco con las cocineras, y paseé un rato por el jardín, y me despedí de Helena, diciéndole que tomaría una siesta,

Y cuando llegó la hora, comencé a alistarme colocándome un vestido negro que me llegaba a los muslos, y unas sandalias altas. Cepillé mi cabello y luego me coloqué maquillaje, para cuando bajé, me encontré a Helena en el recibidor, despidiendo a esta mujer, Laura, que ni siquiera sabía estaba en esta casa.

Ambas se giraron a verme, fue Helena quien sonrió con evidente sinceridad,

“Qué hermosa… ¿Saldrás con Gael?”.

Asentí.

“Sí, abuela… no nos esperes despierta”, bromeé con ella y luego miré a Laura.

“Señora… buenas noches”.

La mujer asintió y luego tuve una llamada de Gael en mi teléfono nuevo.

“Me disculpo, creo que ya debo irme”.

Salí caminando firme, viendo cómo un chofer abría mi puerta.

“El señor Koch se unirá a usted en el sitio”.

Asentí entrando al auto y luego torné mis dedos ante los nervios que sentía.

Como era viernes el tráfico se hizo un poco pesado, pero el auto se detuvo frente a un bar de lujo, al que le salían las luces por todos los costados.

Me reí nada más, salí del auto al ver el lugar, pero mi sonrisa se borró cuando vi a Gael delante de mí. Este hombre era todo un sueño.

Tenía un traje negro y algunos botones de su camisa abiertos, caminó como todo un galante para venir hacia el auto, me encantó su sonrisa ladeada, sin embargo, esperé cualquier cosa, menos que tomara mi rostro, y me diera un beso en la boca.

“Es un peligro que te veas tan hermosa”.

“Bueno, estoy contigo… no me parará nada”.

Él sonrió mirándome y negó.

“Ese es el problema, que estás conmigo”.

No me dio mucha risa, solo me perdí en su mirada intensa, mientras él me conducía al interior del bar, que era un lujo por donde se viera.

“¿Sofía?”.

Me giré un poco antes de entrar.

“Diviértete y no pienses en nada… porque yo estoy aquí para protegerte”.

“¿Y quién me protegerá de ti…?”.

Su mirada se oscureció y esa misma sensación nos envolvió de nuevo.

“Nadie… nadie en lo absoluto… por cierto… hoy vamos por otro nivel”.

Sus manos en mi cintura, su agarre posesivo, me dejó muy claro, que este hombre había cambiado los planes significativamente.

…

La atmósfera dentro del lujoso bar estaba cargada de emoción y anticipación. La música pulsante fluía a través del lugar, llenando el espacio con una energía contagiosa. Miré a mi alrededor, maravillada por la decoración opulenta y las personas que estaban presentes, parecían todas, cada una en su mundo.

Obviamente, me había imaginado un bar normal, pero esto era todo menos sencillo.

Los dedos de Gael seguían entrelazados conmigo, un hombre le indicó una zona especial con unas bancas altas y una barra adornada con luces. Era inevitable no sentir que mi corazón latiera con fuerza, no solo debido a la excitación del ambiente, sino también por la presencia magnética de Gael a mi lado.

“¿Qué tomas?”, preguntó con una sonrisa juguetona.

Negué varias veces diciendo algo, pero tuve que pegarme a él para que entendiera.

“No tengo algo preferido, creo que no sé mucho de bebidas”.

Él asintió.

“Pediré algo por ti”.

Asentí, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

Las bebidas no tardaron en llegar, y tomé una copa de colores, que se veía demasiado atractiva.

“Prueba”.

Llevé el líquido a mis labios, aunque estaba un poco fuerte para mi gusto, el dulce que habían agregado, lo hacía considerable.

“Está rico”.

Gael asintió tomando de su vaso y tuve que preguntar.

“¿Cómo está el tuyo?”.

“¿Quieres probar?”.

Asentí rápidamente mostrando mi mano para aceptar su vaso, pero él no lo ofreció. Al contrario, dio un sorbo, y luego se acercó a mi boca presionando mis labios con su dedo, como si dijera que la abriera.

Y maldito sea, el hombre estaba loco cuando derramó el líquido de su boca en la mía, unos hilos bajaron por mi garganta.

Esto tardó unos segundos cuando tragué el fuertísimo sabor de su bebida, que incluso me hizo apretar los ojos, pero la invasión de su lengua, y de un beso apasionado, ni siquiera me dejaron respirar ni procesar nada en absoluto.

Sus dos enormes manos tomaron mi rostro entero y el beso se hizo exigente. Este hombre podía volver loca a cualquiera con esta forma de besar, gracias a que la música alta, yo podía amortiguar la queja que me salía desde las entrañas.

La verdad es que nunca había tenido tiempo para detenerme en una relación, y podía decir que estaba anonada por este fuerte deseo que Gael había despertado en mí.

De un momento a otro, nuestro beso se cortó, y él se apresuró a susurrar en mi oído.

“¿Bailamos?”.

Lo miré un poco perdida, la música ahora era una especie de salsa suave, no me imaginé que pudiéramos coordinar, pero acepté su mano.

Él no me llevó a ningún otro lado, aquí en nuestro lugar teníamos suficiente privacidad y espacio, y cuando me metí en sus brazos para comenzar, el hombre literalmente pegó su cuerpo con el mío.

Al principio mis nervios eran mucho, pero me fui soltando, terminé riendo y disfrutando el momento.

Él sabía muy bien como moverse, Gael expresaba sensualidad por donde lo vieran.

Nuestros cuerpos se rozaban de manera íntima y provocadora, generando una corriente eléctrica que parecía fluir entre nosotros.

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