La novia vendida al magnate -
Capítulo 16
Capítulo 16:
POV Sofía.
“Vaya”.
“Es un poco difícil, aunque no puedo negarte que se ha esforzado mucho”.
“Lo puedo entender. Pero no quiero crear una batalla para ti, además, tampoco quiero colocarme delante de ella, sería absurdo. Tiene años en esta empresa, ¿No?”.
“Entrar de golpe solo causaría estragos a la empresa y yo no”.
Gael me sonrió asintiendo, y luego dijo:
“Permíteme manejar este asunto. Ella va a colaborarte, y tú comenzarás a instruirte en lo que haga falta. Prepárate para trabajar duro. Te ayudaré en este camino, pero debes estar dispuesta a aprender y superarte”.
“Por supuesto”.
Sonreí, pero no quería quedarme con las dudas.
“¿Cuánto tiempo lleva ella en la empresa?”.
“Cinco años”.
“¿Y qué edad tiene?”.
Gael dejó la carpeta, y luego puso mi atención en mí.
“Creo que debe tener 33 años”.
“Y”, mordí mi boca un poco. “Camila cuantos tiene”.
Podía reconocer cuando algo no le gustaba a este hombre, así que, en medio de un silencio, tuve que atreverme a ir más allá.
“Dijiste… dijiste en el restaurante que había niveles, y cada uno de ellos, tienen su recompensa”
“Sé lo que dije”
“Entonces… ¿De qué número de niveles estamos hablando, para que, pueda saber todo de ti…?”
Sus intensos ojos incluso brillaron, y esa nube densa que emanaba un imán potente estaba aquí de nuevo.
Su cuerpo se acercó un poco, y luego sentí sus dedos en mi barbilla.
“¿Te estás escuchando, Sofía? Puede que sea un juego peligroso para ti”.
Fruncí mi boca un poco y me atreví a enfrentarlo.
“Quiero saber”.
Su mirada brillante se puso oscura, y luego su ceño se profundizó.
Pero al contrario de lo que creí, Gael se alejó un poco y negó.
“Créeme… no quieres”.
“Pruébeme”, y su cabeza se giró de golpe.
Fue solo en cuestión de segundos, cuando su mano grande atrapó mi mandíbula, y dos segundos más, se levantó, pegándome contra la mesa.
Su boca se estrelló con la mía, y esos besos cálidos que recibí alguna vez de él, ahora mismo no existían. Esto era fuego puro, un deseo encendido que estaba dando rienda suelta, mientras cada fibra de mi cuerpo se contraía en el instante.
Era evidente que no estaba frente a un niño. Este hombre me estaba comiendo la boca con hambre, y con perfecta maestría movía su lengua dentro de mí.
Tuve que tenerme en sus hombros, pero no me quedé atrás para responder su beso, porque era una mentirosa si decía, que este hombre, incluso, no me estaba revolcando la conciencia.
Y responder fue darle una ráfaga de aire al incendio, porque sus manos, tomaron mi cintura, y me apretaron contra él, pero una puerta abriéndose, nos sacó de la conmoción.
“Oh, lo siento… señor… tienes una llamada de E$tados Unidos”.
Parpadeé varias veces, pero Gael no se giró hacia la mujer, que imaginaba era su asistente, sino que me tomó el rostro de forma posesiva.
“Te has salvado. Pero… no sabes en lo que te metiste”, sus dedos restregaron mi boca, y luego Gael salió a atender la llamada, mientras yo… tocaba mis labios.
¿Qué estaba haciendo?
Pasaron algunos días, pero la huella en mi boca nunca se iba. Gael permaneció inmutable como todo su ser lo era, y en medio de la ocupación, incluso pensé que a él se le había olvidado lo que pasó en esa oficina.
Una mañana me dijo que me había inscrito en una universidad paga, a la que no debía asistir todo el tiempo al recinto. Podía tomar la mayoría de las clases virtuales, y me sorprendí de que en la mansión se había acondicionado un espacio para mí.
Arreglamos mis horarios frente a una computadora y luego establecimos que iría en la empresa por las mañanas, porque todas las clases habían quedado por la tarde.
Y estaba imprimiendo mi horario, cuando él entró al despacho, que me había tomado como mi lugar.
“¿Cómo vas?”, tomé las hojas, y le pasé una a él.
“Comenzaré en unos días”, su boca se frunció en una sonrisa.
“Es genial”.
¿Estás emocionada?”.
No pude evitar sonreírle, Y tampoco podía negar que la muerte de mi padre era una llaga en mi alma, pero si alguien me hubiese dicho que podía estar en este punto de mi vida, lo hubiese creado.
“Mucho… realmente… ni sé qué decir”.
Gael se sentó y luego se quedó mirándome.
“He destinado un sueldo para ti en la empresa, comienzas el lunes, pero podemos hablar de ello”, y negué rápido.
“¿Un sueldo?, pero”,
“Todos tienen derecho a tenerlo. Incluso cuando no salgamos juntos, y tenga otros asuntos, hay un auto para ti”.
Mis mejillas se calentaron un poco, y asentí.
“Quiero preguntar”.
Él sonrió arrimándose al escritorio que nos separaba.
“Siempre que hay preguntas, hay un beneficio, adelante”.
“No se trata de eso… ¿Cuándo vayas a E$tados Unidos?”
“Si quieres puedes venir conmigo, por ahora no tengo pensado ir… hay muchos asuntos aquí pendientes”.
Solté el aire, y no pude evitar decir.
“Qué alivio”.
Su ceño se frunció un poco.
“¿Cuál es la razón?”.
“No quiero quedarme sola”.
“¿Qué tal si celebramos esta noche?”.
Parpadeé varias veces.
“¿Celebrar?”.
“Si… el lunes comienzas la universidad, y el trabajo también… además, lo necesitas, necesitas despejarte un poco”.
Y sonreí.
“¿Y a dónde se supone que iremos?”.
“¿Qué te gusta más?”, alcé los hombros.
“Creo que mis gustos no son los mismos que los tuyos”.
Gael se cruzó de brazos y se recostó en el sillón.
“A ver… tienes 23… debe gustarte bailar… karaoke… ¿Se me pasa algo más?”.
La risa se me salió de los nervios, tomé la misma postura de sus brazos cruzados, y puse mi dedo en la boca en señal de pensamiento.
“A ver… tú tienes… Ammm 36 años..”.
“Corrección… 37”, él corrigió con una voz grave.
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