La Novia Fugitiva y el Magnate Misterioso -
Capítulo 90
Capítulo 90:
Al ver que Celia no decía nada y parecía estar pensando en algo, el Señor Barnes se comenzó a sentir ansioso. Después de todo, sería una gran pérdida si perdían un anillo de tanta calidad.
Pensando en lo anterior, el hombre insistió: «Señora, realmente deseamos adquirir este anillo de diamantes. Si no le satisface el precio que estamos ofreciendo, puede decirnos el de su preferencia. Mientras esté dentro de un rango razonable, estamos totalmente dispuestos a comprarlo».
El Señor Barnes sonrió con sinceridad y esperó pacientemente la respuesta de Celia.
Como ella seguía perdida en sus pensamientos, ni siquiera pudo procesar una palabra de lo que dijo el hombre. De modo que, sacudiendo la cabeza levemente, Celia recuperó el anillo con calma.
«Lo siento, pero es muy importante para mí. No quiero venderlo».
Dicho eso, les lanzó a las dos personas frente a ella una mirada de disculpa.
El Señor Barnes, al escuchar su negativa, se sintió muy decepcionado. No obstante, sonrió y dijo: «Bueno, no importa. Respetamos su decisión, por supuesto».
Luego le entregó una tarjeta de presentación: «Aquí están todos mis datos. Si desea vender el anillo, no dude en ponerse en contacto conmigo en cualquier momento».
Aunque Celia no tenía ninguna intención de venderlo, sintió que era descortés negarse. Entonces, algo avergonzada, agarró la tarjeta y salió corriendo a un banco cercano.
Una vez que estuvo en el cajero automático, sacó la tarjeta que Tyson le había dado.
Él le había dicho que la contraseña era su cumpleaños.
Nerviosa, Celia ingresó los dígitos y verificó el saldo disponible. Después mirar con cuida, descubrió que el saldo era solo decenas de miles.
En realidad era una cantidad comprensible, ya que Tyson le había dicho que solo era su tarjeta de nómina. Es decir, realmente no tenía mucho dinero.
Sin embargo, ¡El anillo de diamantes valía decenas de millones! ¡Definitivamente había algo mal en todo eso!
Celia se mordió el labio inferior frustrada y pensó que lo mejor para ella era regresar y preguntarle directamente a Tyson, en lugar de dejarse llevar por la inquietud.
Además, había otro asunto que la ponía más ansiosa todavía.
Como el anillo de diamante de la Familia Shaw era falso y no podía empeñarse, ya no tenía idea de cómo conseguir quinientos mil dólares. ¿Acaso debería volver a pedirle ayuda a Adrien?
De repente, recordó el anillo de zafiro que su madre había dejado atrás.
Si estuviera empeñado…
Pero antes de que pudiera terminar de pensar en eso, sacudió la cabeza rápidamente y descartó esa idea de inmediato.
Sin importar cuán desesperada estuviera, ese era el anillo de su madre. ¡No debía empeñarlo! De lo contrario, no tendría sentido para las cosas que tenía que hacer: ocultar su verdadera identidad y casarse con Tyson en lugar de Cerissa. Obviamente, no se atrevía a admitirle a él que su verdadero nombre no era Cerissa, sino Celia, ¡Y que ella era la hija abandonada!
Para ese problema, ella tenía otra idea en mente. Era casi el momento señalado para que Adrien le devolviera el anillo de su madre.
Celia sacó de su bolso el acuerdo que había firmado con él y pensó en pedirle a su padre que le prestara algo de dinero. Si él se negaba a ayudarle, ella había decidido que dejaría de lado su orgullo y le suplicaría. ¡Tenía que aprovechar esa oportunidad mientras visitaba a la Familia Kane!
Después de todo, no había otra forma de salvar a Flavia y debía hacer cualquier cosa a disposición para conseguir esa tarifa de la operación.
Una vez que finalmente se había decidido, Celia recuperó la tarjeta bancaria y tomó un taxi a casa.
Apenas abrió la puerta, vio que Tyson estaba solo en la cocina y parecía ocupado.
Estaba allí de pie dándole la espalda a Celia mientras vestía una camisa blanca y un pantalón de traje de buen corte.
Su atuendo le quedaba muy bien y lucía indudablemente atractivo. Los anchos hombros y largas piernas emanaban ese singular encanto masculino.
Además de su rostro, ella creía que Tyson podría ser el amante ideal de muchas chicas solo por su espalda musculosa.
Cuando escuchó de repente el sonido de la puerta, Tyson supo que ella había regresado. Se dio la vuelta con lentitud y dijo sonriendo: «La cena está lista, Cece. Prepárate rápidamente para comer, debes estar muy cansada del trabajo hoy. ¿Cómo estuvo tu día? ¿Todo en orden?».
«Todo bien, realmente no hubo nada especial. Estuve ocupada todo el día…», respondió Celia casualmente, pero él se dio cuenta al instante de que estaba algo distraída solo por el tono de su voz.
Tyson entonces se lavó las manos y caminó rápidamente hacia ella. La agarró por el hombro e insistió con voz suave: «Cece, ¿Qué te pasa? ¿Alguien te molestó en la empresa? Solo dime y te vengaré».
Celia lo miró a los ojos, que estaban llenos de determinación y firmeza. Ella frunció el ceño con tristeza y se quejó en su mente: ‘Eres tú el que me molesta. ¿Cómo me vengarás contigo mismo?’. Fue el mismo Tyson quien le mintió diciendo que el anillo era falso, pero todos dijeron que era real.
Luego de una pausa, Celia lo miró fijamente y preguntó sin rodeos: «Tyson, te preguntaré una cosa y necesito que seas sincero. ¿El anillo que me diste es real o no?».
El hombre no esperaba en absoluto que ella hiciera esa pregunta repentina. Él permaneció en silencio, sintiéndose confundido acerca de por qué ella había estado sospechando sobre ese tema. Aun así, no fue sincero y mantuvo el engaño: «Por supuesto que es falso. Cece, tú conoces muy bien mi situación financiera. ¿Cómo podría tener dinero para comprar uno de verdad?».
Celia sacudió su mano suavemente para descartar sus palabras y refutó incrédula: «¿Por qué sigues mintiéndome?».
Luego, ella puso los ojos en blanco e inventó una mentira para poder confrontarlo.
«Conocí a una compañera en el trabajo que es especialista en inspección y evaluación de joyas. Ella me ayudó a identificar el anillo y no solo confirmó que es real, sino que vale muchísimo dinero. ¿De dónde sacaste tanto dinero para comprar este anillo? ¡Deja ya de mentirme! Solo quiero saber la verdad».
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