Capítulo 83:

La forma agresiva y sórdida en la que Alick miraba a Celia hizo que se le erizara la piel y tuvo que reprimir el impulso de golpearlo.

Desafortunadamente el comedor era un lugar público, además de que ella no podía permitirse pelear en su primer día de trabajo. Apretando la mandíbula, ella logró tragarse la ira, y cuando por fin respondió, su tono fue uniforme y carente de emoción.

“Aunque mi esposo no tenga tanto dinero como tú, es mil veces mejor».

Alick insistió de todos modos.

“Pero yo soy guapo y rico. ¿Por qué no me eliges a mí?».

«Tu carácter no me parece confiable», replicó ella en un tono enérgico y seguro mientras lo miraba de arriba abajo con desdén.

«Y no quiero que me pongan los cuernos de nuevo».

Poniéndose rojo, Alick luchó duro para mantener la compostura, y a pesar de que trató de ignorarlo, no pudo evitar sentirse avergonzado por tan sarcástico comentario.

«¿Yo te puse los cuernos? Todo fue por tu actitud de santa. ¡Te negaste a dormir conmigo! Pero ambos éramos adultos, y tú tenías tus necesidades tanto como yo, ¡Así que deja de actuar!».

En ese momento, Derek se les acercó.

Celia miró el ticket que tenía en la mano y le preguntó: «¿Qué pediste? ¿Cuánto costó? Te devolveré el dinero».

Antes de que ella pudiera echar un vistazo al papel, Derek se lo guardó en el bolsillo y rechazó su oferta con una sonrisa.

“No pedí demasiado y la comida aquí no es cara. Además, yo invito el almuerzo».

«No, no puedo dejar que pagues», insistió ella al tiempo que sacaba su celular para pagarle.

Él cubrió la pantalla de su celular en pro de detener los intentos de Celia.

“Cece, solo acéptalo. Como ya lo dije, la comida aquí es barata, de modo que no iré a la bancarrota si te invito esta vez».

Por mucho que ella intentó pagar, él se mantuvo firme y se negó a aceptarlo, dejándola sin más remedio que aceptar su oferta.

«Gracias», murmuró cortésmente.

«No es nada. Seremos colegas a partir de ahora, así que no tienes que ser tan formal conmigo», respondió en un tono tranquilo.

Sentado frente a ellos y siendo completamente olvidado, Alick observó su interacción con creciente ira. Y es que esos dos estaban tan absortos en su conversación que ninguno le dio la oportunidad de hacer un comentario.

Con las mejillas calientes por la vergüenza, se levantó y estaba a punto de irse cuando vio a Kiley caminando hacia ellos. Señalando el asiento a su lado, ella preguntó: «El comedor está muy lleno hoy. ¿Está ocupado este asiento?».

Si bien había una sonrisa en su rostro, era rígida y falsa.

Si Celia tuviera elección, no tendría ninguna conversación con esa chica, pero dado que era su primer día de trabajo, no podía darse el lujo de hacer una escena de ningún tipo.

“No, no lo está», respondió con voz neutral.

Ninguno de los dos hombres dijo nada ahora que ella había hablado.

No bien la otra se sentó, miró con curiosidad a Celia.

“Cece, ¿Cuál es tu relación con el Señor Watson y el Señor Juarez? Parece que todos ustedes ya se conocían».

Su amplia sonrisa no logró engañar a Celia, y era muy consciente de que Kiley no tramaba nada bueno.

«Asistimos a la misma universidad», respondió secamente.

«¿En serio? Pero la forma en la que vi al Señor Juarez sosteniéndote en el pasillo me hizo pensar que eran una pareja», comentó Kiley con una exagerada expresión de sorpresa.

La conmoción y la duda lucharon en el rostro de Derek mientras miraba a Celia.

Por un segundo, ella quiso explicar que Alick la estaba acosando, pero luego recordó que quería que su primer día de trabajo transcurriera sin escenas y se tragó las palabras. Además, esa definitivamente no era una ocasión para profundizar en eso.

«Pues te equivocaste». Eso fue todo lo que se limitó a responder.

Alick, quien vio aquello como una oportunidad para volver a estar de buenas con Celia, agregó rápidamente: «Así es, te equivocaste. Cece y yo solo nos estábamos poniendo al día».

Después de hacer la aclaratoria, este se giró hacia Celia y le dio una sonrisa aduladora, pero ella no le prestó atención.

De hecho, ella estaba concluyendo en su mente que algo andaba mal con el cerebro de ese imbécil. Es decir, unos minutos atrás, él se esforzó mucho por hacerla enfadar, pero ahora estaba tratando de complacerla. Ese tipo simplemente no tenía vergüenza.

Kiley no dijo nada más después de eso, y en el fondo creía que Celia de veras tenía talento con los hombres.

¡De alguna manera había atrapado con éxito a dos de los más guapos del departamento de diseño!

Lo único que ella quería más que nada era exponer a la verdadera Celia ante todos.

Una z%rra desvergonzada como esa necesitaba que le enseñaran una lección.

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